• Sábado, 27 de abril 2024
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Carlos Martínez ya descansa en paz, pero un asesino, o varios, andan sueltos

El bombero fallecido mientras trataba de controlar el incendio declarado en Sierra Bermeja (Málaga), en la imagen de Luis del Val de hoy

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Tiempo de lectura: 2'Actualizado 10:13

De vez en cuando, leemos en los periódicos o escuchamos por la radio, que ha muerto un soldado, un guardia civil, un policía o un bombero. El articulo indeterminado “un” es la capa del anonimato que envuelve al bombero muerto, como podíamos hablar de una manzana del frutero o un automóvil aparcado en la calle.

El bombero muerto, cuando todavía estaba vivo, se encontraba en uno de los focos del fuego de la sierra. De pronto, cambio el viento, y el grupo que se encontraba allí procedió a lo único sensato que cabía hacer, y era atravesar la parte mas débil del anillo infernal para intentar ponerse a salvo. Lo intentaron y lo lograron excepto uno, eso que en las noticias se denomina “un bombero muerto”, y que es una persona de 44 años, llamado Carlos Martinez, vecino de Roquetas de mar, y donde su familia le ha dado sepultura en la intimidad, porque no quería que su dolor se viera perturbado por la parafernalia de políticos y demás mariachis, dispuestos a demostrar lo compasivos y lo solidarios que son.

Carlos Martínez ya descansa en paz, pero un asesino, o varios, andan sueltos. Porque la mayoría de los incendios o son provocados por un pirómano o son la consecuencia lógica de la acción de un tonto contemporáneo, que decide encender una barbacoa al lado de un pinar, o de un despistado agricultor que quema las pajas de lo que será un barbecho, sin enterarse de que va visitarle un viento con rachas de 60 kilómetros por hora.

Mueren muchas personas en los incendios. Los incendios, como las guerras, se sabe cuando empiezan pero nadie sabe, a partir de ese momento, cuándo terminan.

Todos los miles de pinos de una serranía valen menos que la vida de una persona. Y, en los incendios, desgraciadamente arden hectáreas de árboles, pero también mueren personas. Y eso que denominamos “un bombero” era una persona de 44 años que dio la vida por cumplir con su deber, por culpa de un asesino que anda suelto. Si el asesino es diplomado en maldad, no sentirá ningún dolor, pero si no es así espero que recuerde que mató a un hombre de 44 años, llamado Carlos. Y que él es el asesino.


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