Esta semana, Javier Negre dedica su 'Informe Negre' a un suceso escalofriante. Al asesinato de una abogada en Zaragoza por parte de un cliente al que había defendido en un juicio por matar a su pareja y al que le había ahorrado algún año de prisión.

Aún se desconoce la hora exacta. El jueves, el marido de la letrada Rebeca Santamalia llamó a la Policía para informar que su mujer no daba señales de vida. Rápidamente los agentes se pusieron en contacto con la hermana de la abogada con quien mantenía despacho y les informó que podía estar en la casa de Javier Salvador. La Policía se presentó en su domicilio en Zaragoza y nadie abrió la puerta. Tuvieron que llamar a una hermana de Javier que tenía llave y cuando abrieron la puerta se encontraron con un escenario dantesco.

Vieron el cuerpo de Rebeca tendido en un sofá, cubierto por una manta y con puñaladas en el cuello y varias partes de su cuerpo. En el suelo un charco de sangre. No había signos de una pelea entre ambos y el salón estaba ordenado por lo que los agentes creen que Javier Salvador la mató cuando estaba desprevenida o dormida. No tuvo posibilidad de defenderse. El asesino se suicidaría después de matarla en el viaducto de Teruel.

Aún se desconocen las causas, pero estamos ante un crimen de violencia de género y ya van siete mujeres asesinadas en apenas tres semanas de 2019.

Según confirman los investigadores, además de tener una relación profesional, eran pareja. Rebeca y Javier se habían conocido cuando el hombre decidió contratarla para que le defendiese en 2003 de matar a su mujer Patricia Maurel a tiros en la Puebla de Híjar (Teruel). Le dio once disparos con una carabina. De ellos, cuatro la cabeza y dos de ellos a cañón tocante. El asesinato de Patricia se produjo unos días antes de la celebración de las elecciones municipales de 2003 en la Puebla de Híjar, a las que ella concurría como cabeza de lista por el PP.

Era una joven con ambiciones y su marido un constructor que ganaba dinero y al que le gustaban los coches de alta gama. Le llamaban Luis el pájaro. Formaban un matrimonio aparentemente feliz, pero sus sospechas infundadas (se llegó a inventar un mensaje a su móvil en el que le llamaban cornudo) le llevaron a planificar el crimen contra su mujer con quien tenía 3 hijos y segar su vida. Antes de matarla, el hombre había ido a casa de sus suegros a comunicarle que Patricia le era infiel y que chateaba hasta altas horas de la madrugada con amantes.

La acusación particular pidió 25 años de prisión y la Fiscalía 20 y finalmente fue condenado a 18 años por un jurado popular en uno de los primeros juicios que se celebró en Teruel con jurado popular. En esa rebaja de pena fue clave el magnífico trabajo de la abogada Rebeca que, además de conseguir la atenuante por confesión, trató de convencer al jurado de que su cliente era una buena persona, huérfano de padre y madre, y víctima de una infancia sin cariño. Explicó que el asesino se había esforzado en progresar laboralmente con el deseo de conseguir la familia que no tuvo y trató de argumentar que había matado a su mujer por arrebato tras enterarse que le había sido infiel.

El asesino siguió la estrategia definida por su abogada e hizo su papel durante el juicio. “Me dijo que con su cuerpo hacía lo que quería y que, si me ponía tonto, no podría ver a mis hijos. Entonces perdí el control".

Javier cumplió 14 años de prisión. Salió de la cárcel de Zaragoza en libertad condicional en enero de 2017 con un informe desfavorable de la junta de tratamiento del penal. Javier había cumplido tres cuartas partes de la condena de 18 años, pero la dirección de la cárcel no consideraba que estuviese acto para la reinserción. No se había mostrado arrepentido del crimen. Aún así el juez de vigilancia penitenciaria decidió otorgarle la provisional contra el criterio de la dirección de la cárcel. La persona que logró convencer al juez fue la abogada ahora asesinada.