

"¿Te imaginas a Pedro Sánchez sacrificando su cargo por defender alguna de las reformas que necesita España?"
Jorge Bustos pone el foco en Francia y en la moción de confianza que perdió el primer ministro francés François Bayrou, además de la actualidad que marca la jornada
- 7 MIN
Está el tiempo un poco revoltoso, eh, sobre todo en el este de la península. Hay que tener un poco de cuidado. Esperamos tormentas fuertes en Aragón, en Cataluña, en Comunidad Valenciana, en Castilla-La Mancha, Murcia y Baleares. Y pongamos especial atención a las zonas costeras mediterráneas, como dices, desde el litoral murciano hasta Tarragona, donde hay alerta naranja. También lloverá con menos intensidad en Galicia y el Cantábrico.
Jacob es un español que nació en Melilla. Hace 25 años Jacob se acaba de casar. Decidió hacerlo en Israel porque Jacob es judío, aunque se apellida Pinto, que es un nombre de pueblo de Madrid. Es un judío devoto. Estudia en una escuela talmúdica. Bueno, pues nuestro universitario, recién casado, se sube un lunes cualquiera al autobús de la línea 62 y cuando su autobús se detiene en el cruce de Ramot, al norte de Jerusalén, dos palestinos armados se acercan y ocurre esto.
Las ráfagas acaban con la vida de seis personas y además hieren a otras 10, cinco de ellas de gravedad. Uno de los muertos es Jacob.
Y se da la circunstancia de que casi a la misma hora en que Jacob moría asesinado por los terroristas Palestinos, el presidente de su país, del país de Jacob, o sea, Pedro Sánchez, anunciaba un embargo de armas a Israel en una declaración sin preguntas desde la Moncloa.
¿Te habrás dado cuenta de que la frase que acabas de oír contiene un lapsus? El presidente dice literalmente: "Eso no significa que no vayamos a dejar de intentarlo". Obviamente Pedro quería decir lo contrario, quería decir "eso no significa que vayamos a dejar de intentarlo". Pero es lo que pasa cuando lees en una pantalla lo que te ha escrito un asesor, poniendo más cuidado en aparentar preocupación humanitaria que en atender a lo que estás diciendo.
En todo caso, las relaciones entre España e Israel están alcanzando un punto de tensión preocupante. Y en esta escalada es importante distinguir los gestos de los hechos y sobre todo es importante darse cuenta de que Pedro Sánchez una vez más está usando Gaza como un mero argumento de política nacional, es decir, de supervivencia personal. Como siempre, en Sánchez, todo va de relato, de simulacro, no de hechos reales.
Un hecho real habría sido anunciar ayer la ruptura total de relaciones con Israel, pero de momento Sánchez no se atreve a tanto por más que se lo pida Podemos a condición de votarle los presupuestos, por ejemplo.
Porque de esto va al final el teatrillo de ayer de arrancar el curso lanzando guiños a los socios para tratar de recomponer la mayoría de investidura que hoy está rota y se verá la votación de mañana. A Puigdemont le mandas a y a Belarra la flotilla a ver si ondeando fuerte la bandera Palestina se ablandan un poquito en Galapagar. Pero no te equivoques, ¿eh?
Las famosas nueve medidas que hoy aprobará el Consejo de Ministros tienen mucho aspaviento y muy poca trascendencia real. Para empezar, algunas ya estaban anunciadas antes. Son medidas recalentadas en el microondas de la cocina de Moncloa.
El famoso embargo comercial a Israel fue comunicado por Pedro Sánchez desde la tribuna del Congreso hace año y medio en un pleno forzado por sus socios. Y además Donald Trump podrá burlar el embargo de Sánchez y enviar todas las armas a Israel que quiera con escala en Rota y Morón. Que vamos a cerrar las bases de la OTAN porque lo pida Pablo Iglesias, humo.
Y luego hay otras medidas que son inviables, eh, como prescindir de la tecnología israelí con la que opera nuestro ejército y nuestras fuerzas de seguridad. Y operan con esa tecnología sencillamente porque la tecnología de seguridad israelí es la mejor del mundo.
¿Vamos a dejar desarmados a nuestros policías, a nuestros soldados porque lo pide Ione Belarra o Sira Rego? Y en general era puro humo la declaración de ayer. O es que todos los días pasan barcos con armas hacia Israel frente a nuestras costas o aviones con armas cruzan nuestro espacio aéreo.
Eso sí, Sánchez ha logrado una cosa. Ha logrado que Israel reaccione. La provocación le ha funcionado. El gabinete de Netanyahu ha llamado corrupto al Gobierno de Sánchez. Le acusa de usar a Israel para desviar la atención de sus problemas domésticos, cosa que es cierta. Y ha vetado la entrada en el país a Yolanda Díaz y a Sira Rego, que tampoco es que se murieran de ganas por ir a Tel Aviv, ni en Tel Aviv se pierden precisamente a dos estadistas, bastante tienen con la flotilla, eh, que por cierto parece que ha atracado en Túnez. Lo digo por los mal pensados que se lo imaginaban ya en una cala de Ibiza.
Pero volviendo a Israel, claro, en cuanto Moncloa reconoció el veto a las dos ministras de Sumar, vieron el cielo abierto y llamaron a consultas a la embajadora española en Tel Aviv. ¿Por qué? Porque hay que estirar el paripé todo lo posible. Y digo paripé porque esto, empezando por la declaración institucional de ayer, tiene mucho de teatro. Mira, me explico. Si hay una causa en la que Pedro Sánchez mantiene a duras penas algo de credibilidad, sobre todo ante sus propios votantes, esa es la causa palestina.
Tuvo reflejos el presidente para ser uno de los primeros mandatarios de Europa en levantar esa bandera junto con el belga.
Y aunque todos sabemos que el reconocimiento español del estado palestino o el supuesto embargo de armas no ejercen la menor presión sobre Netanyahu, seguramente hoy Pedro Almodóvar estará más orgulloso que ayer de su presidente y ese es un poco el objetivo, devolver al redil socialista a los que se están yendo según las encuestas por la vía de robarles más votos a Sumar, que se supone que era el partido que iba a capitalizar la confrontación con Netanyahu hasta que Pedro les madrugó el desayuno a primera hora de ayer lunes.
Pobre Sumar, no deja de menguar. Y encima mañana doña Yolanda va a encajar una nueva derrota parlamentaria cuando Junts le tumbe la reducción de la jornada laboral.
Así se hace política exterior en España, usándola descaradamente para las batallas domésticas, para el relatito de consumo interno. Y si cuela, cuela. Menos minutos de telediario para la exmujer de Ábalos o para las saunas del suegro o para la declaración de mañana de Begoña Gómez ante el juez Peinado. ¿Y qué cabe esperar entonces?
Pues que todo el curso sea un amontonamiento desesperado de golpes de efecto como estos, de apariciones televisivas, de sobreactuación desorejada con ministros y tertulianos pidiendo las sales porque Feijóo ha bailado la canción de los limones o porque Tellado ha dicho "fosa". Esta es la temporada que nos han diseñado nuestro gobierno. Ya que no puedes gobernar, gesticula.
Pero hay otras formas de hacer política. Todavía las hay en Europa. Ahí está Francia para recordárnoslo, como en el pasado reciente nos lo recordaron Portugal o Alemania.
Yo estuve escuchando ayer el canto del cisne de François Bayrou, su discurso en la asamblea, defendiendo un proyecto de presupuestos razonable, duro, pero necesario, porque estaba diseñado para rebajar la disparatada deuda del Estado francés. Y el primer ministro sabía que se estaba poniendo la soga al cuello, por decir la verdad.
Sabía que ese era el último acto de su carrera política. Podía haber alargado su estancia en el poder con medidas un poquito más populistas, pero prefirió irse tratando a los franceses como adultos. El mayor riesgo fue dejar que las cosas siguieran sin cambiar nada, seguir haciendo política como siempre, prolongar las cosas sin tomar las decisiones necesarias hasta llegar a un punto sin retorno y encontrarnos al borde del abismo.
Porque lo que hoy nos ocupa no es una cuestión política, es una cuestión histórica. Y perdóname que me haya levantado hoy tan francófilo, que esto en España siempre entraña un cierto riesgo, pero pregúntate si has oído en los últimos tiempos algún político español diciendo cosas como estas.
Todo esto y más cosas, dijo ayer Bayrou antes de entregar su cabeza. ¿Te imaginas a Pedro Sánchez hablando así? Es más, ¿te lo imaginas sacrificando su cargo por defender alguna de las reformas que necesita España?.