

El monólogo de las 6H
"Un Sánchez acorralado por la corrupción, incapaz de aprobar unos presupuestos, se nos presenta como el Bob Marley de la escena internacional"
Jorge Bustos repasa los principales titulares en el primer sonido del día que marcarán la actualidad de este martes 24 de junio de 2025
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¿Qué tal? Soy Jorge Bustos, yo también me alegro.
Bienvenido al amanecer de este lunes, 23 de junio. La temperatura sigue creciendo en todos los sentidos y en todas las latitudes, empezando por Oriente Medio y acabando por España. Hoy lunes nos espera un día muy caluroso, sobre todo en Andalucía, Aragón y Cataluña, que están en aviso naranja por altas temperaturas. Otras siete comunidades están en aviso amarillo. Se esperan casi 40 grados en el noreste del país, Murcia y el este de Andalucía. También se esperan chubascos por una DANA que entra por el suroeste de la península, y las nueve comunidades de la mitad norte están en aviso amarillo por tormentas y riesgo de fuertes lluvias y granizo.
En Oviedo, hoy la mínima marca 16 grados y la máxima 24, pero la sensación térmica real está en cotas máximas de euforia, y no es para menos. El Oviedín vuelve a ser el Oviedón. Enhorabuena, carbayones. Pero lo que está caliente de verdad es el cielo y la tierra de Oriente Medio. En la madrugada del domingo, Estados Unidos desencadenó la operación Martillo de Medianoche, un ataque a gran escala coordinado con Israel para liquidar el programa nuclear de Irán. La operación no tiene precedentes por la tecnología militar utilizada: 125 aviones, un submarino, misiles Tomahawk y bombas anti-búnker. Imagina siete bombarderos con forma de ala delta, de color negro, son indetectables, son los B-2 Spirit, y van escoltados por cuatro cazas. Han partido de la costa este norteamericana, han cruzado silenciosamente el océano Atlántico y después el mar Mediterráneo, entrando por el sur de España. No han parado para repostar porque lo hacen en el aire.
Se dirigen a la República Islámica de Irán. Y justo antes de ingresar en el espacio aéreo iraní, el submarino americano lanza los Tomahawk contra infraestructuras de superficie. Y minutos después, los B-2 descargan 14 ejemplares de la madre de todas las bombas convencionales, la GBU-57. Cada una pesa 15.000 kilos, mide unos 6 metros y no estallan al tocar el suelo: penetran hasta 60 metros de profundidad antes de detonar su carga explosiva.
No hay búnker suficientemente hondo para esconderse de este bicho, ni siquiera la línea 6 de metro de Madrid. Las instalaciones nucleares de Fordow, Natanz e Isfahan, en las que —según el entramado del régimen iraní— se estaba dando ya la última mano de pintura a su bomba atómica, han quedado seriamente dañadas, si no destruidas del todo.
Así que Estados Unidos, dos décadas después de entrar en Irak y cuatro años después de salir de Afganistán, entra en una nueva guerra. Y eso que el trumpismo siempre se ha vendido como un movimiento aislacionista, pacifista. De hecho, Steve Bannon intentó convencer a su amigo del pelo naranja hasta el último momento de que no apretara el botón. Pero lo ha hecho. Y ahora la alianza entre Trump y Netanyahu ha quedado sellada definitivamente. Claro, Netanyahu deseaba involucrar a Estados Unidos en su guerra porque los israelíes no tienen la GBU, esta superbomba anti-búnker que necesitaba para destruir las plantas nucleares de su enemigo. Y Netanyahu tampoco se plantea desescalar, porque sabe que perderá el poder en cuanto llegue la paz.
Su objetivo es escalar la respuesta a la masacre del 7 de octubre hasta rediseñar por completo el mapa de Oriente Próximo. Él dice que para garantizar la seguridad de Israel de una vez por todas, aunque sea al coste humanitario que sea. El lema de Benji, de Benjamin Netanyahu, suena un poco Antiguo Testamento: a la paz por la fuerza. Bueno, es verdad que tanto Hamás como Hezbolá como los hutíes del Yemen son marionetas de Irán, que es el gran patrocinador del terrorismo yihadista y el inspirador de la guerra eterna con Israel. Y ojo, tampoco parece que otros países árabes de mayoría suní, como Egipto o Arabia Saudí, estén viendo con malos ojos lo que Israel está haciéndole al régimen chií de los ayatolás. Pero el rediseño regional de Netanyahu está costando muchas vidas inocentes. Y las que quedan, porque Irán amenaza con tomar represalias ahora.
Y Trump responde que si Jamenei —que, por cierto, permanece calladito en su búnker— no se aviene a negociar, el contraataque será peor. Y entonces será el régimen completo el que caiga. Consecuencias económicas ya puedes imaginar. La inestabilidad se puede hacer notar a partir de ahora en el precio del crudo, porque Irán controla el mar Rojo y, sobre todo, el estrecho de Ormuz, que es por donde circula el 20 % del petróleo mundial. La ONU ya ha reunido al Consejo de Seguridad y von der Leyen convoca a los comisarios esta semana, porque todos los analistas piensan que esto no ha hecho más que comenzar. Y no pinta nada bien.
¿Y en medio de toda esta enorme tensión geopolítica, quién ha aprovechado para sacar la cabecita?
Efectivamente. Pedro Sánchez Pérez Castejón. Hablando de líderes que se esconden en un búnker, nuestro ayatolá particular emergió ayer domingo del suyo para anunciar que ha acordado con el jefe de la OTAN que Spain is different otra vez. Otra excepción ibérica, aunque The Wall Street Journal nos considera ya los gorrones oficiales de la seguridad. Bueno, dice Pedro Sánchez —lo dijo ayer en una comparecencia sin preguntas— que su amigo Mark Rutte (lo llamó amigo, pero todos sabemos que se detestan)... Bueno, pues que su amigo Mark Rutte le ha permitido a España no pagar la misma cuota de seguridad que los demás, porque el 5 % del PIB es mucho para España, dice Pedro Sánchez. Hombre, es mucho, claro. Si llevas 10 años arrastrando los pies en materia de defensa, y sobre todo si has perdido la mayoría parlamentaria. Y si te mantienen enganchado a un respirador artificial los separatistas y la extrema izquierda, que es gente que sigue viviendo mentalmente en el lado chungo del telón de acero, como la peli Goodbye Lenin.
Hombre, para despilfarro, el gasto en paradores de Ábalos, el ciclón de Teruel, o la década de obras amañadas por Santos Cerdán, el cerebro de la trama. Estos dos entendían por estado del bienestar su bienestar propio, por cierto con unas expertas en bienestar muy concretas. Pero es que lo que Pedro vende como un gran éxito negociador no es más que una flexibilización en los plazos y, mientras se cumplan los objetivos, en las capacidades militares.
O sea, este cuartelillo tampoco nos saldrá gratis. Tarde o temprano, la OTAN nos exigirá el 5 % del PIB y, entretanto, tendremos que compensar esta senda propia de gasto con otros compromisos. Por ejemplo, enviando más tropas a zonas de conflicto. ¿Ha explicado Pedro este punto? Porque aquí todo tiene un precio, ¿eh?
Y si no, ese dinero será en soldados. Pero Pedro hace exactamente lo mismo que Donald: actúa de forma opaca y unilateral, pensando en su interés particular y pasando del Parlamento. La OTAN no quiere que el Gobierno español le estropee la cumbre de esta semana con su pataleta hippie, así que Marrute ha preferido darnos trato de alumno tonto y, a cambio, dejaremos de pintar nada en Europa los próximos años mientras no paguemos la defensa.
Sánchez nos saca del consenso de las primeras potencias europeas para salvarse él unos meses más, porque ayer no habló de defensa nacional, Pedro Sánchez: habló de defensa personal. Aquí la verdadera operación no es presupuestaria, es de marketing. Y se llama "saco la pancarta y tapo la mordida". Don Falcón se aferra al búnker, impostando pacifismo para que sus socios no le dejen caer. Y trata de cambiar el guión de la conversación pública en el día en que declara Koldo ante el juez, que es hoy a las 10 de la mañana. ¿Qué más quisiera Pedro que cabrear a Donald en la cumbre de La Haya?
Si tiene algún sueño húmedo Sánchez ahora, es que el supervillano de la izquierda mundial le eche la bronca, o siquiera le mire mal delante de las cámaras. ¿Para qué? Pues para que luego el mentor de Santos y de Ábalos corra a presentarse como el paladín del progreso planetario ante las bases de la izquierda española, que en buena medida sigue siendo antiamericana. Es la del "No a la guerra", es la izquierda de la aplauso a la sentada de Zapatero al paso de la bandera de las barras y estrellas.
Así que tenemos a un Sánchez acorralado por la corrupción, incapaz de aprobar unos presupuestos, que se nos presenta como el Bob Marley de la escena internacional. Bueno, maquillarse ya sabe, solo le faltan las rastas, pero no engaña a nadie. Ni dentro ni ya tampoco fuera de España. ¿Hasta qué punto está dispuesto a tensar la división entre los miembros de la OTAN para desmarcarse del aumento del gasto militar y ganar tiempo ante sus socios? ¿Y qué coste tendrá esta actitud desafiante? ¿Qué coste tendrá para nuestra seguridad presente y futura? ¿Y cuándo va a entender este hombre que el planeta entero no puede seguir girando alrededor de su ombligo?