"Nos queda la sensación de que al presidente solo le ha faltado atrancar la puerta con una silla y declararse oficialmente atrincherado"

 Dice la RAE que ya se pueden usar sin ningún problema normativo palabras como marcianada, microteatro, millennial, farlopa o boca chancla. Un ejercicio curioso esta mañana podría ser tratar de colocar esas palabras de forma estratégica en en la crónica informativa. Y es que es verdad que hace tiempo que corre el rumor de que la farlopa corre también por España mucho más de lo que pudiera parecer, pero tampoco hace falta echar mano de las drogas para que veamos en la política española a más de un boca chancla hacer marcianadas en el Congreso o practicar el microteatro delante de las cámaras y los micrófonos.   

Son personajes, pues ya se sabe, que controlan el streaming, que saben colocar con maestría los hashtags y que más allá de que sean capaces de camelarse o no a los millennials, al final del día lo que pretenden es hacer un simpa, es decir, quedarse con todo lo bueno de estar chupando de la teta, pero sin tener que pagar el precio, el precio de que los ciudadanos podamos escrutar su comportamiento. Así que la verdad es que sí, si uno se pone más o menos seríamos capaces de colocar muchas de las palabras aprobadas por por la RAE sin perder el hilo de lo que se está cociendo en la política nacional, empezando por la marcianada que ha sido el balance anual de Pedro Sánchez de Moncloa.

 Balance de Sánchez  

Hace tiempo que observar a Sánchez se convirtió en una experiencia hipnótica, la experiencia de preguntarse hasta dónde y hasta cuándo, hasta cuándo aguantará este presidente en esta situación insostenible. Un presidente que anoche en la Copa de Navidad llegó a decir que está en su madurez política y que por eso le queda cuerda para rato. Claro, cuando la RAE acepte la palabra 'prime', Sánchez podrá decir que está en su prime y que por eso se ve con ganas de seguir dos años más y si puede hasta 2031.

Pero como la RAE todavía no acepta Prime, Sánchez ha elegido la palabra madurez. Con lo cual entre lo dicho en el balance anual y la Copa de Navidad nos queda la sensación de que al presidente solo le ha faltado atrancar la puerta con una silla y declararse oficialmente atrincherado. Empezó diciendo que lo suyo era la resistencia y ahora la palabra de moda es determinación. Determinación para aguantar como sea al precio que sea.

Lo de Sánchez fue un surtido del ABC Sanchista, discurso autocomplaciente, negación de la realidad, victimismo y una gran dosis de 'y tú más', cosa que es realmente mosqueante porque esconde un mensaje muy triste: 'No creáis lo que veis o escucháis por ahí y solo hacedme caso a mí que ya me estoy encargando de amonestar a los obispos y periodistas que se atreven a sugerir que sería necesario convocar elecciones'. Y entre tanto, pues ya se sabe, a falta de una hoja de servicios impoluta, solo queda lanzar el mensaje de que los otros también son malos y y que mejor lo malo conocido.

Dice el presidente que han actuado con contundencia contra la corrupción y contra el acoso sexual en el seno del PSOE. En los casos de corrupción mandaron a las cloacas a tratar de reventar las investigaciones judiciales, como han confirmado dos fiscales que aseguran que les trataron de sobornar. Y en lo referente al acoso sexual, si tenemos la cascada de dimisiones en el PSOE que tenemos ahora y 170 mujeres socialistas, socialistas gallegas, han firmado un manifiesto, no es porque el sanchismo haya actuado rápido, al contrario, se ha descubierto que guardaron en un cajón las denuncias contra Paco Salazar en Moncloa, mientras otros muchos señoros de aquí y de allá también acamparon a sus anchas durante demasiado tiempo. Es decir, buena parte de lo que vendió ayer Sánchez va contra la evidencia de la realidad.

De de hecho, a Sánchez se le vieron tanto las costuras que hasta se le notó un poco molesto cuando llegó el momento de hacer esa cosa tan gratificante que consiste en hacer regalos al votante con el dinero del votante. Fíjate, Sánchez ve a su tropa tan poco convencida de que la teletienda pueda funcionar, que hasta el anuncio de un bono transporte para viajar por toda España sonó un poco a a tirón de orejas para los suyos.

La sustancia es la sustancia es lo importante. ¿Qué hacemos? ¿No nos alegramos de que el Tito Pedro nos regale cositas? ¿Qué pasa? ¿Que que se nos está olvidando que a pesar de la corrupción este gobierno le renta a la gente, sobre todo a la gente que que está dentro de del gobierno? Claro, lo malo del mensaje que lanzó ayer el presidente del gobierno, más allá de ese tono de jefe tóxico que exige adulación por encima de todo, es que suena a exigencia de resignación. Resignaros a la idea de que aunque lo mío pueda ser un gobierno corrupto y disfuncional, la alternativa sería peor. Desde luego, como argumento político, como proyecto de país, el mensaje no puede ser más desolador. Esto es un erial y una poca vergüenza, pero más vale poca vergüenza conocida que derecha por conocer.

A este punto ha llegado el sanchismo, que nunca dejó de ser lo peor del PSOE controlando el PSOE. Un grupo de de arribistas que al llegar al gobierno, por lo que se está investigando en los tribunales, parece que se dijeron a sí mismos, "Tú al Ministerio del Transporte que yo me voy a la SEPI." Y así hemos llegado a esta telaraña de presunta corrupción en la que al comando SEPI se le atribuyen comisiones de 750.000 € por amañar adjudicaciones en hasta cinco operaciones. Leire Díez, Vicente Fernández y Antxon Alonso se hacían llamar Irurok, que en euskera quiere decir 'nosotros tres'. Ellos se lo hacían y ellos presuntamente se lo comían. El presidente de la SEPI, colocado por María Jesús Montero, la fontanera del PSOE que actuaba en nombre de Santos Cerdán y el empresario también amigo de Cerdán, Antxon, el que tenía vínculos con el PNV y facilitó la conexión con Otegui. Otegui, al que el que ha dado las gracias al sanguinario etarra Peixoto, por todo lo que les enseñó ahora que ese asesino ha fallecido.

Y Sánchez anunciando que va a buscar apoyos hasta de de las piedras con tal de que sus socios no le dejen tirado en este difícil momento. Así de entrada, en enero tiene previsto reunirse por primera vez con Oriol Junqueras, el golpista indultado. Y ya se sabe que con Junqueras el tema estrella será el cupo catalán a la esperar abordar las exigencias de de Puigdemont. Y así pues entre bonos para el transporte y prebendas para los socios separatistas, Sánchez pretende que los españoles nos olvidemos de de lo accesorio, que para él son la corrupción y el acoso sexual en su partido. Y eso por no hablar de esa sombra alargada que sigue siendo la oscura relación del sanchismo con Venezuela.

De momento Zapatero no se ha pronunciado sobre las informaciones que han desvelado su discreta reunión con uno de los empresarios vinculados a Plus Ultra poco antes de su detención, detención por presunto blanqueo de capitales a costa de los 53 millones de rescate público a esa compañía aérea. Empresario que casualmente, poco antes de ser detenido, borró los mensajes de sus dispositivos. Es todo, como diría la RAE, de microteatro, de pantomima con la que algunos pretenden irse de rositas haciendo un simpa, una pura marcianada como algunas que nos han brindado los últimos años o la que nos brindó la reina madre del socialismo español.

El infinito es el infinito y no cabe en nuestra cabeza. Tampoco cabía nuestra cabeza enterarnos por lo que cuenta hoy ABC de que la UCO ha localizado mensajes sobre citas de zapatero con la SEPI durante el rescate de Plus Ultra o que la SEPI fuera un pañuelo en el que Leire Díez fue colocada en la mesa de Hacienda para negociar los contratos urgentes durante la pandemia. Lo cuenta Voz Populi y viene a apuntalar la idea de que la SEPI era la miel a la que acudían muchas moscas con el permiso de María Jesús Montero y una de ellas era Zapatero.

Así que ya vemos el infinito es infinito y no cabe en nuestra cabeza como no cabía en nuestra cabeza llegar a una situación así. Seguramente la RAE deberá aceptar nuevas palabras para describir lo que está ocurriendo, pero Sánchez pretende aguantar lo que queda de legislatura a atrincherado en Moncloa.