"De nuevo, hemos constatado que España no está preparada para situaciones extremas y que la gestión nacional deja mucho que desear"

El análisis de la actualidad, en el monólogo de Jorge Bustos de las 8:00 horas de este lunes 25 de agosto de 2025

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Buenos días y bienvenido al amanecer de este lunes 25 de agosto. La previsión meteorológica avisa de que hoy podría llover barro a primera hora de la mañana en zonas de Andalucía. El parte político extiende esa lluvia a todo el país. Porque la ola de incendios va remitiendo por fin. Pero lo que no remite, más bien avanza sin control, es la utilización política de esos incendios.

No es que sea un fenómeno precisamente nuevo. Ahora se habla mucho de polarización: ya están polarizados hasta los daneses. Pero España fue pionera en esta disciplina: al César lo que es del César. Nuestro país lidera el ranking mundial en donación de órganos y en facilidad para partirse por la mitad cada vez que acontece una desgracia.

En los regímenes populistas la maniobra favorita del autócrata de turno es la cohesión forzosa de la sociedad mediante el señalamiento de un enemigo exterior. Ejemplo arquetípico: la Venezuela de Maduro. Ya sabes que Estados Unidos ha aumentado la cuantía de la recompensa que ofrece por su cabeza por delitos de narcotráfico y terrorismo: 50 millones de dólares.

Y Maduro está viendo ahora cómo un contingente naval estadounidense se ha posicionado en aguas del Caribe, muy cerca de Venezuela. Esto está poniendo nervioso al régimen de Caracas, que ha puesto a todo volumen el altavoz del patriotismo populista. Incluso está montando puestos de alistamiento voluntario.

Es la retórica de siempre, a medio camino entre el heroísmo y el victimismo, para alimentar el discurso del enemigo exterior imperialista frente al que Maduro se presenta como un salvapatrias. Es verdad que el despliegue naval norteamericano ha suscitado cierto optimismo en la oposición liderada por María Corina Machado, pero por el momento solo es eso: barcos de guerra deambulando por el Caribe, bravuconadas de Maduro y muchas ganas de libertad del pueblo de Venezuela.

señalamiento al enemigo

Bueno, pues en España el deporte nacional es el señalamiento del enemigo interno. El pretexto es lo de menos. Puede ser un vertido de petróleo en la costa gallega, una masacre yihadista en Madrid, una pandemia, una dana letal o la peor ola de incendios en cuatro décadas. Solamente fuimos capaces de unirnos contra ETA, y fíjate por dónde: esa unidad resultó decisiva para acabar con la banda. 

Las adversidades o los traumas colectivos que experimentan otras democracias y que sirven para unir a sus sociedades, aquí son el trampolín para lanzar carreras políticas de oportunistas avispados y poco escrupulosos. La fórmula es tan simple como vieja, tan mezquina como eficaz: rediriges el dolor social contra el rival ideológico, le atribuyes todas las responsabilidades (las tenga o no) y tratas de alcanzar o aumentar tu poder a lomos de una indignación bien dirigida.

Vamos a reconocer que en el arte de la agitación y la propaganda, la izquierda ha sido históricamente muy superior a la derecha. Es verdad que últimamente cierta derecha pugna por ponerse al nivel del adversario. Pero de momento la última figura promovida por su partido al estrellato político a lomos de la crispación es una socialista y se llama Virginia Barcones. 

Bueno, en realidad es directora de Protección Civil, un cargo teóricamente técnico, de gestión y coordinación, pero es difícil mantener el perfil técnico cuando a tu jefe le conviene que haya tensión. Y que el ruido tape las posibles negligencias.

En cuanto Sánchez vio que el PP cargaba contra Virginia Barcones por haber criticado a las comunidades incendiadas, corrió a hacerse la foto con ella para apadrinar a la estrella emergente de su lado del muro. Así que vaya nuestra enhorabuena para doña Virginia: ha conseguido un ascenso meteórico. Y eso que tardó 7 días en escribir a las autonomías libres de incendios para pedirles medios terrestres que ayudaran a Castilla y León, Galicia, Asturias y Extremadura. No descartemos que acabe de portavoz, en cuanto termine de quemarse la que hay ahora.

En realidad no es difícil triunfar en el sanchismo, al menos a corto plazo. Basta priorizar el relato a la gestión y emplearse a fondo en la demonización del pepero de turno. Más pronto que tarde recibirás la llamada de felicitación de La Moncloa. Hay un patrón perverso que recompensa la aptitud para la confrontación y castiga la disposición al entendimiento.

Y en ese clima los perfiles técnicos tienen dos opciones: o echarse al monte, como Marlaska o Calviño en su día; o tratar de pasar desapercibidos, como Luis Planas o Carlos Cuerpo. Hasta que llega el jefe y te ordena parar como sea una OPA legal porque disgusta a Puigdemont, claro. En todo caso, parece que Virginia Barcones ya ha elegido su camino.

Las consecuencias de esta concepción digamos zoológica de la política, entre el buitre carroñero y el venado en plena berrea, las pagamos todos. Cuando la polarización sustituye a la gestión, desaparecen los incentivos para diseñar planes de previsión, para reaccionar con diligencia y para coordinarse con las administraciones de otro signo político. Total, nadie se va a dar cuenta en mitad de tanto ruido. Nadie de los tuyos va a pedirte cuentas para no hacerle el juego al enemigo. Lo peor es que tampoco parece que vayamos a aprender nada esta vez.

la gestión de los incendios

Hemos constatado de nuevo que España no está preparada para situaciones extremas y que la gestión nacional de emergencias deja mucho que desear. Sabemos por EL MUNDO que Gobierno y comunidades necesitaron un fin de semana entero y 14 correos para coordinar los envíos de medios. Y que el grueso de los medios estatales, autonómicos y europeos no empezó a llegar al terreno de forma fluida hasta el domingo 17, cuando el fuego llevaba ya una semana fuera de control.

Sabemos que el Gobierno no se decidió a tomar el control, y que las tres regiones más devastadas, la tres del PP, tampoco le pidieron que lo hiciera. Primero, porque nadie conoce mejor el propio territorio y los recursos disponibles que el Gobierno regional; y segundo, porque no existe el grado de confianza necesario para traspasar competencias a Moncloa en una crisis con semejante potencial político.

El problema es que recurrir a la descalificación recíproca mientras el monte arde es gasolina para la desafección. Cunde el descontento social, la sensación de que España es un Estado… no fallido, pero sí ausente. Un laberinto de espejos donde juegan los políticos. Por eso los ciudadanos no se reconocen ahí. Por eso hubo vecinos que desoyeron las órdenes de evacuación y apagaron los fuegos por su cuenta. Porque están acostumbrados a la autogestión. Porque hace tiempo que se sienten abandonados y no esperan mucho de las autoridades.

reparto de menores no acompañados

Esta semana, por cierto, se espera el decreto para repartir entre las autonomías los menores no acompañados de Canarias. ¿Entre todas las autonomías equitativamente? No. Porque el plan nació condicionado a la soberana voluntad de los separatistas catalanes, que exigen que el peso del reparto caiga sobre los hombros de las comunidades del PP, mientras Cataluña y el País Vasco se ponen de perfil. Dice la Generalitat de Cataluña que, por aquello de la solidaridad, se van a quedar con 31 chavales. Vaya por Dios. La solidaridad de la región más progresista de la Península solo da para 31 menores.

Y cuando el personal ve estas cosas, estas asimetrías clamorosas, pierde la fe en la política. Y en sus verdades oficiales. Y entonces triunfa la conspiranoia. Hay gente sensata dando pábulo a la teoría de que existe un plan secreto urdido por élites maquiavélicas para quemar España.

Este Gobierno débil y sin mayoría se parapeta sistemáticamente en las autonomías como si España fuera un Estado confederal. Y no lo es. Este es un país que ofrece los mejores ejemplos de unidad, de esfuerzo compartido y de solidaridad cuando vienen mal dadas. Escucha a Ferrán García. Es subinspector de Bomberos de la Generalitat de Cataluña. Y así expresaba su admiración por el trabajo de los compañeros extremeños:

Pues esta es la verdad de España también. Una verdad profunda, emocionante. Un material humano excepcional. Será bueno recordarlo cuando el debate político -seguramente hoy mismo- vuelva a desanimarnos.

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