El monólogo de las 6H

"¿Quién se cree que llegarán pronto a las víctimas de los incendios las ayudas de un Gobierno que ni siquiera puede aprobar unos presupuestos?"

Jorge Bustos repasa los principales titulares en su monólogo de las 6H que marcarán la actualidad de este miércoles 20 de agosto de 2025

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Ya son las 6, las 5 en Canarias

Buenos días y bienvenido al amanecer de este miércoles 20 de agosto. Hoy viene el tiempo marcado por un descenso generalizado de las temperaturas. Bendito sea Dios. Se notará en casi todo el país, aunque todavía hará calor en zonas del Mediterráneo, en Canarias y en puntos del Guadalquivir, donde las máximas podrían superar los 35 grados. En el norte, cielos nubosos con lluvias y tormentas más intensas en el Cantábrico oriental. Atención también en los Pirineos, noreste y litoral de Cataluña, porque se esperan chubascos fuertes, incluso granizo.

Un oasis en medio del fuego, un milagro en mitad de la devastación, una familia que ha logrado salvarse y salvar su modesto negocio del asedio del fuego que devoró todo a su alrededor. Bueno, todo salvo un pequeño hotel rural que se llama El Molino, que hoy es una isla verde en medio de un mar de carbón. Se levanta intacto en Ayoó de Vidriales, provincia de Zamora. Un pueblito de 270 vecinos que ya solo pueden reunirse en El Molino, en el hotelito que regenta Purificación, Puri para los amigos. Ella ha revelado al diario El Mundo el secreto de la supervivencia familiar.

No fue el Estado, por desgracia. Nadie acudió para ayudarles. No llegaron a tiempo los medios por los que el alcalde suplicaba desesperado. Allí solo estaban el marido y el hijo de Purificación, Luis, que por fortuna para la familia había trabajado en el pasado como brigadista forestal. Por eso fue capaz de conservar la calma, de hacer acopio de sus conocimientos y de defender la casa de su madre. Contra todo pronóstico y con la ayuda de algunos vecinos, logró salvarla. Y no es fácil mantener la cabeza fría, ¿eh?, cuando un tsunami de fuego baja por la ladera de la montaña que da sombra a tu casa.

Hablamos del incendio de Molezuelas, que ha arrasado 40.000 hectáreas, ha reducido todo el paisaje a cenizas. Bueno, todo salvo el hotel rural El Molino, que lleva abierto 20 años y que ya podrá contar que sobrevivió al fatídico verano de 2025. El hotel cuenta con un depósito de gas y otro de diésel para suministro de energía. Te puedes imaginar, habría bastado una chispa para que todo volara por los aires. Pero Luis mantuvo la calma, pidió a su familia que se fuera. Él se quedó con sus sobrinos y unos chicos que accedieron a ayudarle. Calculó que bastarían las tres mangueras del jardín para frenar el avance de las llamas. Y calculó bien.

Los periódicos traen historias como esta a diario desde que España está siendo azotada por la peor oleada de incendios que se recuerda. En el valle de Riaño, en la montaña leonesa, que ha ardido también estos días, siete ganaderos se salvaron de la tenaza del fuego que los rodeaba porque uno de ellos hizo un contrafuego con un mechero, aprovechando un cambio en la dirección del viento. Y se salvaron en el valle de Valdeón, en los Picos de Europa. Los vecinos lograron salvar sus tierras porque prefirieron quedarse a defenderlas antes que evacuarlas.

Podría haberles ocurrido una tragedia. Lo asumieron, pero eso no es lo significativo de esa ni de otras tantas historias similares. Lo significativo y lo preocupante es que la gente está perdiendo la fe en la autoridad. Por eso muchos desobedecieron las instrucciones de desalojo o de confinamiento y optaron por autogestionar su defensa ante la descoordinación o la ausencia del Estado.

Leticia Alonso: Las primeras autoridades que han llegado es a decir que nos fuéramos. Entonces, si te vienen y te dicen que te vayas y estás viendo el fuego ahí cerca y que nadie viene a ayudarte, ¿cómo te vas a ir? Nos están criticando por eso. Pero es que el fuego estaba llegando, no nos podíamos marchar, ¿no? Es que es nuestra vida.

Esta mujer es Leticia Alonso, entrevistada por La Sexta. Ella, como tantos vecinos del parque de Picos de Europa, tiene muy claro que han sido ellos y no las autoridades los que han salvado el parque nacional. Y lo significativo y lo preocupante es que, tal como ocurrió los días siguientes a la DANA de Valencia, vuelve a oírse eso de que solo el pueblo salva al pueblo.

¿Y por qué vuelve a cundir esa máxima que lleva el germen de la desafección política? Si esta histórica ola de incendios que está asolando España termina por alimentar un fuerte sentimiento antipolítico, ¿de quién será la culpa? ¿Del pueblo o de sus gobernantes? Mira, ojalá me equivoque, pero yo sospecho que estos días se está incubando en España un cabreo sordo y profundo entre las buenas gentes de las zonas calcinadas por fuego. Un cabreo que detonará a su debido tiempo en cuanto se pongan las urnas. Quizás se exprese en forma de abstención o quizá en forma de voto de castigo. Un voto de castigo transversal, radicalizado y antisistema.

Porque la gente se siente abandonada. Y me refiero a la gente del ámbito rural, habitantes de eso que llamamos España vacía o vaciada o despoblada, gente a la que los políticos cortejan y visitan una vez cada 4 años. Se hacen una foto subidos a un tractor, no saben por dónde subir, ¿verdad? Se encaraman como pueden, mientras el asesor de imagen les dice: “Ponte así para mendigar el disputado voto del señor Cayo”, que diría Miguel Delibes.

Es gente que lo ha perdido todo estos días o que ha pasado mucho miedo a perderlo todo y que no va a olvidar esa sensación de camino al colegio electoral. Muchos van a transitar rápido del trauma a la cólera. Y en cuanto las llamas se apaguen, empezaremos a verlo. A medida que el monte se vaya enfriando, y ojalá sea pronto, gracias a esta bendita tregua climática que nos está dando el termómetro, se irán caldeando los ánimos. Ya verás.

De hecho, las cámaras y los micrófonos ya han captado unos cuantos arranques de ira, de ira vecinal al paso del político de turno, empezando por el presidente del Gobierno. Y eso que Pedro Sánchez viaja siempre encapsulado en un perímetro de seguridad del bochornoso episodio de Forza, ¿te acuerdas? No, pero es que la indignación de la gente del campo tiene motivos, porque es difícil creer en las autoridades cuando al presidente del Gobierno le cuesta una semana levantarse de la tumbona del Palacio de la Mareta para acudir a las zonas afectadas en un momento en que los incendios ya habían quemado más de 100.000 hectáreas.

Y es muy difícil creer en la palabra de Pedro Sánchez cuando promete a la gente, como acaba de hacer. Lo hizo ayer mismo, como si no nos acordáramos de los valencianos que aún esperan la ayuda por la DANA o de los palmeros que se pasaron 3 años viviendo en barracones tras la erupción del volcán, las ayudas de la declaración de zona catastrófica. Y es muy difícil creer en la eficiencia del Estado que financiamos con nuestros impuestos cuando un día se ponderan los éxitos de la cogobernanza, ¿verdad?, y otro día se abandona a una región bajo el argumento de que quien necesita ayuda tiene primero que pedirla.

O cuando se reclama solidaridad a las comunidades del régimen común y luego se exonera de esa misma solidaridad a las comunidades gobernadas por nacionalistas, porque su voto te mantiene en la Moncloa. Y es muy difícil creer en la gestión institucional cuando se recalienta en el microondas de la salita de guionistas de la Moncloa una propuesta trampa de pacto de Estado contra la emergencia climática, que no tiene ni desarrollo legislativo, ni memoria económica, ni votos para salir adelante, ni voluntad sincera de acuerdo con la oposición a la que se insulta antes, durante y después de tender supuestamente la mano.

Pedro Sánchez: Ante los incendios, las DANA y todas las inclemencias provenientes de las emergencias climáticas, solo vale una respuesta, que es la unidad institucional. La unidad institucional. Y esa unidad institucional se basa en la lealtad institucional, en la corresponsabilidad, en la consistencia de las políticas que se ponen en marcha y en los recursos económicos que se despliegan para poder hacer frente a esta nueva realidad de la emergencia climática.

¡Madre mía! O sea, después de 7 años de política de tierra quemada contra el centro-derecha, después de alinear a tus ministros como arietes contra los barones del PP, después de condenar a tu fiscal general al banquillo —de momento solo al banquillo— con tal de desgastar a una presidenta autonómica, después de todo eso y bastantes cosas más, hace falta tener una jeta ignífuga para venir ahora a exigir la lealtad institucional a las comunidades del PP.

Se sospecha que los monos de los pilotos de Fórmula 1 están hechos del mismo material que la jeta de Pedro. Si rociáramos los montes de España desde el aire con células extraídas de la jeta del presidente, no volverían a arder jamás. ¡Qué cara más dura, señoras y señores!

El Gobierno declarará la condición de zona catastrófica en todas las zonas afectadas por la ola incendiaria. Lo anunció ayer Pedro Sánchez desde el puesto de mando avanzado del incendio de Jarilla, que es el peor de la historia de Extremadura: 15.500 hectáreas quemadas. Y sobre el papel, la declaración de zona catastrófica es pertinente. Claro que sí, sobre el papel que lo aguanta todo. Pero en la práctica, ¿quién se cree que llegarán pronto a las víctimas de los incendios las ayudas de un Gobierno que ni siquiera puede aprobar unos presupuestos? Un Gobierno que solamente ha logrado ejecutar el 33% de los fondos europeos que pidió durante la pandemia.

Mira, la confianza es como la tierra, la gana quien se la trabaja. La desafección y el auge de los extremismos no es culpa de los bulos, ni de los pseudomedios, ni de la internacional reaccionaria ni de los negacionistas del cambio climático. Es culpa de los dirigentes que practican por sistema lo contrario de lo que predicaba su hemeroteca. Por eso está quemada la credibilidad de este Gobierno. Y la vegetación de nuestros montes volverá a nacer, por fortuna, pero el crédito de un mentiroso no se recupera jamás.

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