El análisis de la actualdiad de Santi González en 'Herrera en COPE'. Algo ha cambiado en Cataluña que ha hecho sonar alguna alarma en la presidencia del Gobierno, o quizá donde se ha producido el cambio es en el mapa electoral de Andalucía y eso es lo que ha hecho sonar todas las alarmas. En realidad han confluido dos factores: el golpismo catalán y una inane política de apaciguamiento del Gobierno de España, que en ningún momento ha comprendido  la naturaleza del reto que tenía delante, hasta el punto de apoyarse en el mayor desafío a la democracia española para sustentarse.

Una vicepresidenta y dos ministros han enviado sendas cartas a la Generalidad. Carmen Calvo y Ábalos para mostrar a Torra su inquietud y malestar, como si provocar esos estados de ánimo no fuera uno de los objetivos prioritarios de la política de gestos descabellados de Quim Torra.

Más seria parece la carta del ministro Grande Marlaska. Ya le tocaba dar la de cal a este hombre, aunque lo ha hecho por medio de circunloquio, advirtiendo de que enviará a las Fuerzas de Seguridad del Estado para que intervengan si los Mossos no lo hacen. Es un circunloquio porque en línea recta tiene la Ley de Seguridad Nacional que permite tomar el control de la Policía Autonómica. Y, naturalmente, está la aplicación del artículo 155 que sería el último recurso para Sánchez, el gran calmante.

Es insuficiente, pero ha bastado para que el independentismo recule un poco y el consejero de Interior, destinatario de la carta de Marlaska, trató de arreglar las cosas con los Mossos, prometiendo que no habrá purgas y pidiéndoles que sigan sirviendo a la gente. Hay muestras de división: el presidente del Parlament sigue abogando por la vía escocesa, cosas que no pueden ser y además son imposibles, mientras uno de los fundadores de Terra Lliure, Fredi Bentanachs , propone tomar el Parlament mientras se celebra en Barcelona el Consejo de Ministras y proclamar la República. Entonces, ya de la entrevista en la cumbre para el día 21 que había propuesto el doctor Sánchez mejor ni hablamos, ¿no? Y esto, aunque sea poco ha empezado a pasar por miedo a que se extienda el efecto Vox.