Antonio Agredano y la vergüenza ajena: "Asumo que nadie está a salvo de hacer el ridículo alguna vez"
El cronista de Herrera en COPE habla de esas situaciones que 'dan cringe' a nuestros Fósforos.

Vergüenza ajena, por Antonio Agredano | Crónicas Perplejas
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Gente que quiere ser el centro de atención, personas que dicen algún anglicismo en un inglés perfecto o esas que dicen 'holi'... son muchas las situaciones en las que nuestros Fósforos pasan vergüenza ajena y a las que Antonio Agredano pone voz y letra.
VERGÜENZA AJENA
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Vergüenza ajena, por Antonio Agredano | Crónicas Perplejas
La vergüenza ajena es como la coraza del armadillo. Una forma de enroscarnos sobre nosotros mismos y decir: no pienso salir de aquí hasta que esto no pase. Hay gente que no es consciente de la cosita que da. Y también asumo que nadie está a salvo de hacer el ridículo alguna vez o de no estar dándonos cuenta del mal rato que estamos haciéndoles pasar a los demás.
Hay unas cuantas cosas que me superan absolutamente. Por ejemplo, el que está equivocado, y sigue manteniendo su versión aún sabiendo que está perdido, que todo el mundo sabe que está perdido, pero todavía así, como el Cid campeador después de muerto, sigue el tío en la batalla. No puedo con eso.
Los que se pasan poniendo adornos navideños. No puedo. Ese bloque de vecinos hartos del mundo, de trabajar, de los niños para arriba y para abajo, y llegas a casa, y entre todos los balcones grises, uno ahí lleno de luces, con papa noeles, música, un despliegue que ni el Cortilandia. Ese vecino que no conoces. Tanto para qué. ¿Tan feliz te hace tener el balcón como la fachada del S´candalo? ¿Cuánto tiempo has echado a eso? Qué dineral. Para disfrute de quién.
Una pedida de matrimonio en un restaurante italiano, lo viví yo. Lo vi, desde la mesa de al lado. Yo avergonzado pero la muchacha, más. La pobre. Otra cosa. Esa gente que le dices algo por wasap, con prisa, algo de curro, y te dicen: «Buenos días, lo primero». A ver, soy un hombre muy educado, pero sólo quiero un documento, que me urge, por lo que sea, y me he ahorrado el formalismo porque hablamos ayer. «Buenos días, lo primero». No puedo con eso
Gente con camisetas demasiado estrechas. ¿No se ven ellos que se le queda como el pellejito del chorizo la camiseta? No digo que se pongan una túnica, pero no sé, su talla, quizá. Gente que te ve en algún lado y no te quiere saludar y disimula, como haciendo cosas, pero tú te estás dando cuenta de todo. Mucha vergüenza eso. No sé, la lista es larga. Pero también me dan cosita los que dan palmitas cuando bailan. Es decir, yo mismo. No puedo evitarlo. Me muevo y doy palmitas. Como un monito con dos platillos. Ese soy yo.
En fin. La vergüenza ajena. Grandes momentos de la humanidad de los que nadie está libre. Como decían en Expediente X: El cringe está ahí fuera.



