Antonio Agredano y esos descubrimientos por sorpresa: "A veces, lo extraordinario se nos revela casi por casualidad"
El cronista de Herrera en COPE habla de esos descubrimientos que se producen por el azar.

Descubrimientos, por Antonio Agredano | Crónicas Perplejas
Publicado el
2 min lectura2:20 min escucha
¿Un meteorito? ¿Un cuadro de Antonio Machado? ¿Un documento de la Guerra de Cuba? Nuestros fósforos nos cuentan esos descubrimientos por azar a los que Antonio Agredano pone voz en sus Crónicas Perplejas
DESCUBRIMIENTOS

Descubrimientos, por Antonio Agredano | Crónicas Perplejas
De niño encontré el cráneo de un chivo. Era domingo. Un día de campo en familia. Paseaba por allí, despistado, buscando bichos, mientras mis padres bebían cerveza con mis tíos y juntos preparaban ya el perol. Caminaba entre unas piedras grandes cuando me topé con aquellos cuernos retorcidos, aquella mandíbula mellada y esas oquedades donde irían los ojos del animal. Al principio me dio miedo. Luego salí corriendo a buscar a mis primos para enseñarles mi descubrimiento.
Hablamos mucho esa semana de aquel cráneo que no nos atrevimos ni siquiera a tocar. Me sentía un aventurero, un personaje de aquellas películas de persecuciones y misterios que yo veía de pequeño. Luego la vida hizo lo que mejor sabe hacer: pararnos los pies. Ponernos en nuestro sitio.
Porque cada domingo que volvimos al campo traté de repetir mi hazaña, en vano. Encabezaba una expedición con mis primos, les decía por donde buscar, cómo hacerlo… pero nada. Jamás repetí aquel éxito. No más huesos, no más tesoros inesperados.
A veces, lo extraordinario se nos revela casi por casualidad. Entre prisas y descuidos, en días intrascendentes, recordándonos que la vida siempre está por explorar. Y ninguna búsqueda, ninguna maravilla, es posible sin algo tan sencillo y tan infantil como es la curiosidad.
La curiosidad cambia el mundo. Se inventan sabores, se mezclan colores, volamos a la luna, elegimos unas palabras frente a otras. Elevamos edificios y cavamos túneles. Miramos nuestro pasado e imaginamos nuestro futuro.
Sólo espero que los años no vayan cegando esa fascinación por las cosas. Que no se apague ese fuego. Que siempre mire la vida con los ojos de aquel niño. De aquel niño que encontró a sus pies un cráneo e imaginó una película de aventuras y tesoros por descubrir. Una película que, y ahora lo sé, se llama, simplemente, vida.



