Una niña celebra la fiesta de fin de curso con un baile y el padre se ve obligado a intervenir por lo que ve en el escenario, lo mejor de la temporada
Este mes de agosto, recordamos los momentos más destacados que nos ha dejado la temporada de 'Herrera en COPE'

Una niña celebra la fiesta de fin de curso con un baile y el padre se ve obligado a intervenir por lo que ocurre en el escenario: "Paraliza"
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Estos meses de verano, tiramos de memoria para revivir los momentos más destacados que nos ha dejado la temporada de 'Herrera en COPE'. En este caso, nos fijamos en una historia del día que nos llegaba al corazón.
Un escenario. Y unas nenas vestidas de flor encima. Es la fiesta de fin de curso en ese colegio de Brasil. Comienza a sonar la música del número que habían preparado, con los padres y madres asistiendo desde abajo a la gracia de sus hijas. Y de pronto, una llora. Una cría se paraliza y llora. Y su papá, que estaba entre el público, sube. Un papá de esos grandotes, barbudo, bien de kilos y alegría en la báscula.
Y sube ese hombretón, coge a su hija, la abraza, se la cuelga del cuello y comienza a hacer toda la coreografía. Porque se sabía todos los pasos. Y ese señor tan enorme, haciendo de flor, se ganó al público, claro.
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Esta es la historia de un papá presente. De esos padres que se involucran activamente en la vida de sus hijos, física y emocionalmente.
Ese vínculo se hace más fuerte. Eso implica estar disponible para compartir tiempo, escuchar y guiar. Que participa en las actividades diarias, que juega, educa y quiere. Que está disponible.
Que se implica desde el embarazo, el nacimiento, la infancia. Todo eso hará que los hijos sean más felices y que se quieran más.
Padres presentes. Y que si hay que hacer de flor se hace. Porque si hay que ir se va, pero ir pa ná, papás, es tontería.
Un niño de Alicante se gradúa, sube a recoger su título y esto es lo que le ocurre en pleno acto: "De pronto"
Tiago se hizo viral. También en una graduación. Por darse un jardazo gordo. Como lo oyen.
Estaba el chiquillo recogiendo su diploma del Colegio de los Jesuitas de Alicante, con su uniforme impecable, peinado al agua, su pelo rubio con remolinos. Escuchó su nombre, subió al estrado y desde ahí, debía encaramarse a unos escalones, de esos que carga el diablo en situaciones de nervios.
Y Tiago se cayó por detrás de esos escalones altos y el público presente le perdió la pista. Unos segundos, solo unos pocos, pero no se le veía. Hasta que, de pronto, apareció por detrás, levantando su dedo índice, como diciendo “aquí estoy y he sido yo”, muerto de risa.

Dos alumnas en el aula de un colegio madrileñoEUROPA PRESS31/3/2016
Le picaba una rodilla, pero era lo de menos. Lo más importante era su carcajada. Y se ha hecho viral, claro, porque todo el mundo intuye que el mundo será de Tiago, que podrá con todo, porque con humor, se lleva mejor este camino.
No se dio importancia, no se quejó, no pensó en el ridículo, no tuvo la tentación de no salir del hoyo hasta que pasaran las risas, no. Apareció con su dedo índice bien tieso, pidiendo pista. He sido yo, Tiago, que soy un trasto y me reivindico.
El mundo es de Tiago y de los que, como Tiago, son capaces de reaparecer enseguida ante el fallo, de asumir la escena, de florecer detrás de un traspiés. Y de hacerlo riéndose de sí mismo. La vida le va a presentar situaciones así. Y Tiago lo lleva bien aprendido. No es cómo te caes, sino cómo te levantas. Escucha aquí la historia íntegra.