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Borja Sémper: “Me negué a que ETA me hiciera vivir como un zombi y me amargara la vida callándome”

El ex político y escritor pasa por Fin de Semana con Cristina para hacer repaso de su vida y hablar de su nuevo libro de poesía

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Cristina López Schlichting
@crisschlichting

'Fin de Semana' COPE

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 12:32

ETA, la organización terrorista que falló estrepitosamente al intentar dividir a la sociedad e imponer un reinado del terror y que jamás pidió perdón por el daño causado, también intentó amargar la vida al protagonista de la entrevista de este domingo en Fin de Semana con Cristina. Borja Sémper, expolítico, ha empezado recordando “lo que hicieron tantos en el País Vasco y lo que hicisteis muchos periodistas acompañándonos a los que estábamos allí en esos años de sangre”.

Hay que vivir sin vergüenza y sin miedo”, asegura Sémper, que recuerda con gracia cómo montaron él y unos amigos un grupo de música: “Era para llamar la atención de las chicas, luego nos dimos cuenta de que no lo lográbamos ni éramos bueno, así que nos disolvimos”.

Ya entrando en temas profundos, recuerda cómo ETA intentó atentar contra él: “Nadie debería de sufrir la amenaza terrorista, pero cuando tienes 21 años te impacta de forma distinta. Ese día que un Guardia Civil me informa de que están interrogando a los del comando porque quería atentar contra mí dejé de ser joven. Yo sabía lo que pasaba allí pero cuando te toca cerca adquiere una dimensión diferente”.

El expolítico ha puesto de relieve una figura mítica en la historia política española: “Entré en política deslumbrado por Gregorio Ordóñez, nueva política en aquel entonces, quien denunciaba con valentía a ETA y su obsesión era demostrar que se podía ser tan vasco como un nacionalista pero sin serlo, fue una epifanía, fui concejal gracias a él. Le asesinaron en enero y su forma de entender la política nos animó a muchos a meternos”. “De él era muy seductora por encima de todo: la autenticidad, era de verdad. Si comparamos, es lo que más echamos en falta, al menos yo, en políticos de uno u otro color. Que te digan la verdad, con coraje, desprendido de intereses, eso era seductor y era un personaje a seguir. Por eso, cuando le mataron sentí al principio incredulidad absoluta. Una vecina llamó a casa y me lo contó, no me lo creí hasta un rato después. Provocó un dolor generalizado, sobre todo en el PP, pero en otra mucha gente que, sin ser del PP, les dolió porque les rompió algo por dentro”.

Tras ello Borja necesitó ir con escolta a clase, algo que le cambió la vida: “Agudicé el ingenio mucho. Imagina la vida universitaria con una parte de esfuerzo y trabajo y otra lúdica. Pues tuve que agudizarme a la hora de ir a la biblioteca para no incomodar a nadie, iba con dos hombres armados por lo que pudieran sentir los demás. Decía que eran dos amigos y le quitaba importancia. El ser humano tiene una capacidad increíble para adaptarse y salir adelante”. En todo caso ir con escoltas, reconoce “es malo a cualquier edad, pero con veintipocos es un drama porque quería ser normal, no quería que ETA me amargara la vida, no podía ser un zombi viviente, que me callasen. Creía que tenía que superar eso y hacer vida normal. Afortunadamente he tenido mucha suerte en la vida, porque mi mujer lo ha aceptado y me ha respaldado siempre”.

La pregunta clave: si hoy pudiera ver cara a cara al comando que quería matarle, ¿qué haría? Borja lo tiene claro: “Se da la particularidad de que mis padres conocían a los padres de la líder del comando, no vivían lejos. Yo he compartido plaza con ella y su entorno. Gente con la que compartes espacio de niño, luego te quieren matar. Unas veces en mi vida me gustaría tenerla cara a cara, no para comprender pero sí para intentar interpretar cómo se mira al espejo, cómo se describe a sí misma porque han tirado su vida por a la basura”.

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El expolítico tiene ahora libro bajo el brazo, uno de poesía porque “lo hemos superado, no pudieron con nosotros. Me he negado siempre a que ETA explicara mi forma de ser y le diera sentido a mi forma de interpretar el mundo. Hoy estoy en un proceso personal de asentarme, aprender a vivir una nueva vida. Me apetece mucho dar rienda suelta a todo esto y decir cómo veo las cosas cotidianas”.

En todo caso reconoce que está desencantado de la política actual: “Muchas veces escuchas mensajes y les ves el truco, cómo intentan vendernos que la vida es otra cosa. Las preocupaciones de la gente son las cotidianas, llegar a fin de mes o llegar a mayor dignamente. Lo revolucionario es reivindicar la normalidad de la vida, siempre con respeto y elegancia. Si tienes curiosidad, evolucionas. Tenemos tres o cuatro líneas muy sólidas inamovibles, casi todo lo demás está en tela de juicio, no somos iguales que hace 15 años”.

Borja no ha ocultado, tampoco, que hoy en día ve muy difíciles los acuerdos PP-PSOE para gobernar en el País Vasco: “En aquel momento interpretamos que nos unía más que lo que nos separaba. Se hizo algo extraordinario, pero hoy sería materialmente imposible y, por lo que sé, no por el PP porque la mano sigue tendida, todo ha cambiado y no hay esa épica en la búsqueda de un bien común, se vive a corto plazo y en ver cómo le meto el dedo en el ojo del adversario”.

En todo caso no pierde la fe en la política y Sémper reconoce que “los partidos no son sectas y siempre me he sentido cómodo en el PP”. Eso sí, no oculta lo que pasó con Cayetana Álvarez de Toledo, que “dijo algo que no me gustaba y lo dije en público, eso es sano, que los espacios políticos estén vivos y se pueda discrepar. Solo me arrepiento cuando he discrepado es cuando he rayado la línea de la falta de respeto, espero no haberlo hecho”.


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