Una madre de 7 hijos señala la edad a partir de la cual tienes que dejar a un niño que empiece a ordenar la casa: mucho antes de lo normal
La 'Ordenatriz' Beatriz García, autora del libro Limpieza, orden y felicidad, explica en Fin de Semana cómo empezar a inculcar este hábito

Enseñar el orden desde la infancia
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Cualquiera que haya sido padre o madre, sabe lo difícil que resulta que los pequeños sean capaces de hacer la cama, ordenar la ropa o implementar evitar los gritos que tantos dolores de cabeza provocan en el día a día. El verano es un desafío y una oportunidad para la educación en casa, ya que cuando los niños pasan más horas entre cuatro paredes, el desorden se multiplica y la paciencia de los adultos llega a límites inalcanzables.
Begoña Pérez, organizadora profesional y madre de siete hijos, se pasa por Fin de Semana como cada sábado, para darnos las claves para empezar a incidir en el orden de los niños desde que apenas han aprendido a caminar.
Educar en felicidad
Según Begoña Pérez, el orden es una herramienta clave para que los niños aprendan a valorar lo que tienen y desarrollen su autonomía y autoestima: “Desde el principio les tenemos que hacer partícipes del orden y de las cosas que ellos tienen para que las valoren y precisamente para que sean felices, que al final es lo que queremos todos los padres”.
Ahora bien, ¿a partir de qué edad podemos empezar a introducir el orden? Begoña recalca que desde los dos o tres años pueden hacer pequeños gestos, siempre con una actitud lúdica y sin aspirar a la perfección: “A los 2 años, por ejemplo, ya sabe andar bien, lleva un año andando, y puede llevar el pañal al cubo de la basura, al reciclaje donde le hemos dicho”.

Un niño no quiere comerse el desayuno
Un inversión a largo plazo
Uno de los errores más comunes de los adultos, es pretender que los niños mantengan el orden al ritmo de los mayores. Begoña aconseja fomentar la paciencia y observar el proceso como una inversión a largo plazo: “Tenemos que tener paciencia y perder más tiempo, entre comillas, en eso”.
Todos alguna vez en la convivencia con amigos en los viajes de verano, hemos llegado a pensar “que tío más guarro”, esto sucede debido a que no todos tenemos el mismo sentido del orden, pero suceder también por no haber aprendido a “disfrutar” del orden desde pequeños. Para poder llevar a cabo esta difícil tarea, tenemos que permitir que los niños experimenten las consecuencias de no ordenar, como por ejemplo, una cama mal hecha.

Una habitación infantil totalmente desordenada
Crear rutinas adaptadas
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En las familias más numerosas, la difícil convivencia requiere crear rutinas adaptadas y funcionales, pero también dejar margen para el caos ocasional: “En cuanto hacen nada, increíblemente ya es caótico y un desorden”. Begoña Pérez, madre de 7 hijos, ha comprobado en primera persona que el orden cala más en los más pequeños, siempre sin aspirar a la perfección y sabiendo que cada niño aprende a su ritmo. El secreto, asegura," está en equilibrar la firmeza con la comprensión y en aceptar que, a veces, explota como la gaseosa”.