Luis Rojas Marcos: “De esta pandemia muchos se redescubrirán con habilidades que desconocían tener”
El psiquiatra, profesor universitario, investigador y divulgador pasa por Fin de Semana con Cristina para dar la versión más optimista, eso sí, sin negar la realidad

Luis Rojas Marcos: “De esta pandemia muchos se redescubrirán con habilidades que desconocían tener”
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En Fin de Semana con Cristina queremos ir un poco más allá de lo habitual. Nos hemos propuesto indagar en una enfermedad de nombre muy, pero que muy extraño, y a a esa rareza se añade el hecho no menos extraordinario de que solo se conoce a una persona que la haya padecido a lo largo de la historia. La patología se llama ‘furbuchi’.
'FURBUCHI', LA ENFERMEDAD QUE LO "ORIGINÓ" TODO
Hemos dado con el único paciente diagnosticado en el mundo, está en los Estados Unidos, concretamente en la ciudad de Nueva York. Don Luis Rojas Marcos, quien reconoce entre risas su ‘enfermedad’: “Es el nombre que mi madre me puso cuando yo tenía esas distracciones continuas y esa impulsividad y excitación. Te hablo de los años 50, no tenía un nombre médico importante y le llamó así, ‘furbuchi’, que hoy es hiperactividad y falta de atención”.
Tuvieron que pasar 20 años, siendo él ya médico, hasta que se enteró de que se debía a una alteración en el funcionamiento del cerebro. Eese niño inquieto, travieso, que se subía al tejado de su casa en el centro de Sevilla, con el paso de los años subió tan alto que se convirtió en uno de los mejores especialistas de salud mental del mundo, y seguramente relacionado con el estudio de su propia supuesta enfermedad: “Yo me enteré de que esto era una enfermedad cuando se hizo oficial, fue en 1994, cuando el diagnóstico de trastorno por déficit de atención e hiperactividad se reconoce como un trastorno oficial en el mundo. Hasta entonces había descripciones de niños nerviosos y distraídos pero no había diagnóstico oficial, pero ahora sabemos mucho sobre el tema, hay tratamientos muy efectivos y así la mayoría de estos niños, cuando van creciendo, pueden llevar una vida saludable e, incluso, aprovecharse de ese exceso de energía y encauzarlo positivamente con muchos beneficios”.
¿Gozan las personas optimistas de mejor salud? “Sí”, afirma el buen doctor, “pero hay que definir lo que entendemos por optimismo, que no es lo que los filósofos en el siglo XVII y XVIII, incluso XIX, hablaban de la visión general positiva del mundo y sin enfocarlo a nada concreto, de hecho el optimismo ha tenido mala prensa en Europa, y aún hoy si hoy va a una reunión y dice ‘soy optimista’ te miran como si fueras tonto o ignorante; en los últimos 50 años hay un grupo cada vez más numeroso de científicos y psicólogos que estudian el optimismo. Un ingrediente fundamental, sobre todo en estos tiempos de no saber el sentido del futuro, es localizar el centro de control dentro de uno mismo: personas que, ante una adversidad o incertidumbre o peligro, sitúan el control dentro de ellas mismas y se dicen ‘yo puedo hacer algo por superar esta adversidad y organizarme e intentar superar esta situación’; lo opuesto son los que dicen ‘que sea lo que Dios quiera’, toman una actitud pasiva ante los retos de la vida, dicen que es cuestión de suerte. En segundo lugar es el confiar en las propias funciones ejecutivas, es decir, tener metas en la vida y tener cualidades como el autocontrol, saber organizarse, poder valorar lo positivo y lo negativo de las cosas antes de decidir, etc., cuando la persona confía en sus propias capacidades es otro síntoma de optimismo, y suelen ser personas expresivas, comunicativas, extrovertida, sociables”. “Sabemos que las personas que disfrutan de los demás y que tienen relaciones buenas también pueden superar adversidades mejor que aquellas que, por un motivo u otro, no se relacionan con los demás y no tienen el premio de la solidaridad”, añade el doctor.
CONSTRUIR EL RELATO, ORGANIZARSE, PROCESAR
Sostiene Rojas Marcos que uno de los pilares del optimismo es “el estilo explicativo” de cada uno, esto es, el modo que tenemos de explicarnos las cosas que nos pasan. Lo que ahora llaman ‘construir el relato’ pero, ¿qué explicación optimista podemos darnos de una pandemia que nos ha cortado las alas, que nos ha aislado y de la que no sabemos cuándo ni cómo vamos a salir? “La característica del estilo explicativo optimista es la persona que dice ‘mira, esto es un problema pero no va a durar para siempre, va a tener un fin, me voy a organizar pero no me va a provocar un estado de indefensión para siempre’; en segundo lugar se va a decir ‘no me va a afectar a mí, a mi personalidad, a mi ser completamente, me afecta en la libertad para salir o físicamente si me infecto pero no me va a destruir a mí totalmente en todos los aspectos de mi vida’; la persona no optimista o con optimismo bajo piensa que esto va a acabar con todas sus posibilidades de desarrollarse, comunicarse o disfrutar de la vida. La última es tender a no culparnos por todo lo que pasa en el mundo, no pensar ‘qué habré hecho yo para que esto ocurra’”.
Una de las condiciones indispensables para darnos una explicación correcta de las cosas es disponer de una información clara y fiable. Sin embargo, ahora nos vemos bombardeados por lo que llaman ‘infodemia’ o exceso de información: “Tenemos que conseguir información clara y fiable y no aceptar todo lo que oímos, hay que preguntar e informarse, seleccionar, elegir líderes sociales para escucharles y entenderles”, explica Rojas Marcos, que añade que “el 11S de 2001, el alcalde de entonces dijo ‘aquellos que estéis por debajo de la calle 14 en Manhattan salid hacia el norte’, fue un consejo muy sencillo, la gente escuchó y se salvaron miles de vidas. Es un ejemplo sencillo de entender, pero cuando ante una pandemia como esta un día nos dicen ‘poneros la mascarilla’ y, al día siguiente, justo lo contrario porque en realidad no había suficientes, confunde. Y hay que buscar los datos más sencillos, si empezamos a dar porcentajes y lo complicamos, al final saldremos más confundidos”.
¿Un exceso de optimismo no nos aboca muchas veces a la frustración? El doctor no lo ve tan claro: “No porque dentro de ese optimismo también está la confianza de que vamos a poder superar eso si hacemos una serie de cosas que nos proponemos. Otro aspecto del optimismo es la memoria: si yo preguntara por 20 recuerdos de tu vida, la mayoría de las personas escriben más recuerdos positivos que negativos, es otro dato de optimismo. La memoria no es un disco duro de ordenador que guarda todo inmutable, la memoria cambia los recuerdos. Al tener más recuerdos positivos que negativos, al enfrentarnos a una adversidad como esta, vamos a decir ‘hace cinco años pude superar aquel momento difícil y eran un reto en mi vida’, y esos recuerdos positivos nos ayudan a enfrentarnos al reto actual, ‘pude entonces y podré ahora’”.
ROJAS MARCOS, OPTIMISTA-REALISTA HASTA EL FINAL
“Creo que la mayoría va a superar esta crisis sanitaria del coronavirus, pero cuanto más se prolongue esta pandemia más difícil va a ser superar el reto de la falta de sentido de futuro”, asegura Luis Rojas Marcos, que añade que, “si escuchamos a las personas hablar, oiremos que más de la mitad de las cosas que decimos tienen que ver con las cosas que haremos más tarde, el mes que viene, dentro de un año, cuando ahorre, cuando mi hija crezca… cuando el sentido de futuro se rompe no cabe duda de que eso crea un estado de ansiedad crónico y una falta de soporte a nuestra existencia y es un gran reto, es seguramente el aspecto más dañino de la pandemia”.
¿Saldremos mejores, iguales o peores? Él lo tiene claro: “Yo soy del bando del crecimiento postraumático, algo que se ha estudiado y es muy frecuente: personas que, en la lucha por superar una adversidad como esta, en ese proceso descubren en ellas mismas cualidades que no sabían que tenían, de forma que te dicen ‘aquello fue terrible pero en el proceso de mi lucha descubrí que tenía cualidades que no conocía’ o lo descubrirán en otros”.
Luis Rojas Marcos es autor de ‘Optimismo y Salud. Lo que la ciencia sabe de los beneficios del pensamiento positivo’, (Ed. Grijalbo).