Juan Matute, jinete, relata cómo sobrevivió a un derrame cerebral: "Los médicos no daban ni un duro por mi retorno a la competición"
El joven madrileño recuerda en Fin de Semana aquel 5 de mayo de 2020 en el que vivió un episodio que le tuvo 22 días en coma y que le cambiaría la vida

Madrid - Publicado el
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La historia de superación del jinete Juan Matute conmueve a quien la escucha. Con solo 16 años ya competía en doma clásica española, heredando el talento de su padre, tres veces olímpico. Su carrera parecía imparable hasta que, el 5 de mayo de 2020, un derrame cerebral lo cambió todo. Hoy, cinco años después, Matute ha remontado una batalla que lo dejó 22 días en coma, 40 en la UCI y dos meses hospitalizado, para regresar a la competición contra todo pronóstico. Su testimonio, compartido en Fin de Semana de COPE con Beatriz Pérez Otín, es un relato de fe, resiliencia y amor por la equitación.
El día que todo se detuvo para Juan Matute
“Pudo marcar un antes y un después”, reconoce Matute al rememorar aquel día. Tras el confinamiento por la pandemia, retomó los entrenamientos en su cuadra. “Estaba a caballo, un día normal, y de pronto me mareé, perdí la visión… Todo se volvió oscuro”, describió. Su padre, presente en la pista, le ayudó a desmontar, pero al sentarse en el suelo, Juan lanzó un grito desgarrador y perdió el conocimiento. “No recuerdo ni la ambulancia, ni el helicóptero que me trasladó. Desperté en coma inducido”.
Los médicos lo dieron por desahuciado. Incluso recibió la unción de enfermos. “Fue un milagro”, afirmó. El derrame le provocó una hemiparesia (parálisis parcial) en el lado derecho, pérdida de 25 kilos y graves secuelas cognitivas. “Me tenían que dar de comer, iba en silla de ruedas… La rehabilitación fue brutal: neuropsicólogos, fisioterapeutas, nutricionistas”. Hoy celebra dos cumpleaños: el de su nacimiento y el 14 de noviembre, cuando despertó del coma.

El atleta ecuestre, Juan Matute
El regreso al caballo: "Los médicos no creían en mí"
Su obsesión fue volver a montar. “Al tercer mes ya estaba entrenando, y a los cinco competí en el Campeonato de España”, relató con orgullo. La doma clásica exige simetría en los movimientos, algo casi imposible para alguien con hemiparesia. “Los médicos no daban ni un duro por mi retorno”, admitió. Aún así, persistió: “Mi padre me decía: ‘Levántate y vuelve a intentarlo’”. Esa terquedad lo llevó a campeonatos internacionales, aunque el camino no estuvo exento de dolor.
La fe como motor
Matute, católico practicante, atribuye su recuperación a un “regalo” divino. “Antes del derrame, mi fe era tibia, de postureo. Pero cuando me desahuciaron y desperté, sentí que Él me había salvado”, confesó. Recordó emocionado el momento en que un sacerdote le llevó la Sagrada Forma al hospital: “No podía parar de llorar. Ahora cada día le doy gracias por esta segunda oportunidad”.
El sueño olímpico y la pérdida de su caballo
Pese a los avances, la sombra de la adversidad persigue a Matute. Su caballo Lexus, con quien ganó pruebas de cinco estrellas y aspiraba a los Juegos Olímpicos, falleció en un accidente el pasado 5 de julio. “Compartíamos sueños, viajes… Es duro, pero los planes de Dios son mejores”, reflexionó. Ahora, con nuevos caballos, no renuncia al podio: “Aspiro al oro, no sé si en estos Juegos o en los próximos, pero lucharé por ello”.
Antes de despedirse de Fin de Semana, Matute ha querido dedicar unas palabras a quienes enfrentan pruebas similares: “Si mi historia ayuda a alguien, me doy por satisfecho”. Su vida, marcada por la tragedia y el renacer, es un testimonio de que incluso lo imposible puede superarse con fe, apoyo y tenacidad. Como él mismo resume: “Tropecé, me caí, pero me levanté. Y seguiré corriendo hacia mis sueños”.