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'Fin de Semana' te acerca a la cruel historia de una mujer usada como vientre de alquiler en España

Camila Ferrero sufrió malos tratos y abusos desde muy pequeña como le ha contado a Cristina L. Schlichting, "su hermano mayor la violó cuando solo tenía 3 años"

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Raquel Pérez Polo
@RaquelPerezPolo

Redactora COPE 

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 14:26

La historia de Camila Ferreiro es de las que te rompe el corazón en mil pezados. Escucharla narrar toda una vida de abusos, desde pequeña, muy pequeña, "me pegaba mi abuela, me pegaba mi hermano mayor", hace que las lagrimas salgan sin poder evitarlo.

Porque no solo la pegaban, "he sufrido toda clase de maltrato, mi hermano mayor abusó de mí, la primera vez él tenía 17 años yo solo 3", recuerda para contárselo a Cristina López Schlichting en 'Fin de Semana' de COPE.

La vida de Camila no ha sido increíble -por desgracia hay muchas mujeres que han padecido sus mismos abusos-, su historia es cruel y según la va contando cuesta imaginar que haya podido ser real. Es difícil y duro pensar que hay personas que tengan que bregar con esa realidad tan terrorífica. Y pese a esa vida denigrante y de miserias, Camila es una mujer extraordinaria.

Camila nació hace 46 años muy lejos: en una favela brasileña, con tan solo 14 años, fue vendida a una red de trata de personas y trasladada a Europa. Durante más de tres décadas, fue explotada y prostituida. Y además, utilizada como vientre de alquiler.

Tuvo un hijo, pero se lo quitaron al poco de nacer. El progenitor, que era un cliente, se lo llevó. Ahora ese hijo, ya mayor de edad, ha logrado localizar a su madre que, hace menos de cinco años, logró dejar atrás el infierno de la explotación sexual.

No olvida aquellos años en los que fue vendida por sus padres "fui vendida y pasé de un país a otro hasta que llegué a España a Valencia donde me prostituyeron. Cuando llegué al aeropuerto me esperaba un hombre y una mujer y solo recuerdo que llegué a Valencia, pero no sé si era una ciudad o un pueblo".

Las trasladaban de un lugar a otro "con los ojos tapados para que no supiéramos dónde estábamos" hasta que llegó un día en el que la obligaron a quedarse embarazada, la habían elegido como vientre de alquiler "me hicieron análisis, hasta me miraron los dientes".

Aquel niño "muy blanquito" siempre la ha querido conocer

Después de nueve meses, "di a luz a un niño muy blanquito y calvo", Camila no olvida su cara, pese a que a los 15 días se lo quitaron "solo me dijeron que mudho cuidado con lo que decía porque sabían todo sobre mí y mi familia y que yo no podía tener a un bebé porque no era digna de tener a ese bebé".

Y ese niño creció y buscó a su madre. "Cinco meses antes de la pandemia comenzó a sonar mi teléfono desde Brasil, era un número que no conocía. Una de mis tías me dijo que había un chico alto, muy guapo y muy blanquito que dice que es su hijo". A Camila esa noticia le dio un vuelco la cabeza y "me quedé de piedra, él sabía el nombre de mi familia y viajó hasta Brasil para buscarme".

Ese chico, se llama Leonardo y ha hecho todo lo posible por contactar con su madre y ha conseguido hacerse muy amigo de su hermana, otra hija que ha tenido Camila, pero aún no se reunido con ella porque " aún no estoy preparada", pero sabe que algún día llegará.

Hoy Camila vive en Santa Cruz de Tenerife, lleva una vida fuera de la prostitución como empleada de hogar, y lo que fue cruel se está tornando en esperanza, aunque como ella dice "hay cosas que no se curan nunca, he tenido tiempo de pensar cómo ha sido mi vida".

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