• Jueves, 25 de abril 2024
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Así afecta el Covid a nuestro cerebro: cómo prevenir

El neuropsicólogo Álvaro Bilbao vuelve a Fin de Semana con Cristina para aconsejarnos la mejor manera de superar los efectos secundarios

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Cristina López Schlichting
@crisschlichting

'Fin de Semana' COPE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 14:25

Hace muy poco hemos hablado en Fin de Semana con Cristina de los síntomas y secuelas que sufren miles de personas que han superado el coronavirus, el llamado ‘Covid persistente’.

Llevamos solo un año conviviendo con este virus y todavía nos queda mucho que aprender. Por ejemplo, que también afecta al cerebro: resulta que una mujer británica de 55 años, tras superar el covid y dejar el hospital, comenzó a mostrarse confundida, a actuar de forma extraña. Se quitaba y ponía el abrigo reiteradamente, deliraba, incluso empezó a tener alucinaciones (aseguraba que veía monos y leones en casa).

Al mismo tiempo, en el Hospital Universitario de Albacete, una mujer de 60 años, diagnosticada de covid, era incapaz de leer un libro, de escribir, de utilizar el móvil o coordinar movimientos.

Por todo ello contamos con el neuropsicólogo Álvaro Bilbao, quien ha reconocido que el confinamiento le ha venido “bien” a la familia porque se han “unido más” y han estado en casa “muy a gusto”.

Este virus tiene una forma particular de afectar al cerebro en relación a otros virus y enfermedades, algo que explica Bilbao: “Sabemos que hay muchos virus que lo hacen, uno de los más peligrosos es la rabia, muy mortal. El coronavirus no afecta de forma tan directa pero estamos viendo que tiene muchas repercusiones y cualquiera puede darse cuenta de que los primeros síntomas son la pérdida de olfato y el dolor de cabeza, aparte de los síntomas respiratorios. Eso es indicativo de que puede afectar al cerebro porque todo lo que son las mucosas olfativas están directamente conectadas con la estructura principal del cerebro y, por otra parte, los dolores de cabeza siempre conllevan afectación. En todo caso no es tanto que el virus ataque directamente al cerebro sino que hay varias circunstancias que pueden afectarlo. Todavía estamos investigando mucho sobre este tema y no está del todo claro porque no hay una sola causa”.

Hay tres mecanismos que pensamos que pueden afectar al cerebro”, detalla Álvaro, que los detalla: “El primero sería la inflamación, que puede ser una reacción de protección del propio cerebro frente al virus, cuando detecta que hay un virus que intenta atacarle y reacciona de una manera exagerada inflamándose. Así evitamos, es verdad, que el virus entre, pero podemos provocar daños específicos o generarles como el dolor de cabeza o estados de confusión, sobre todo en los mayores”.

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“En segundo lugar tenemos la propia infección, hay casos en los que puede infectar la mucosa olfatoria pero también hay algunos casos descritos en Alemania e Inglaterra de personas que esa propia infección ha atacado la estructura del tronco del encéfalo, que es la que controla respiración y el latido del corazón, por eso hay casos de personas, en general mayores, que tienen episodios de muerte súbita no tanto por la infección respiratoria sino porque deja de latir el corazón y deja de funcionar el sistema respiratorio”, añade.

“En tercer lugar tenemos todo lo que tiene que ver con los vasos sanguíneos del cerebro”, continúa el neuropsicólogo, “que sabemos que el virus parece que deteriora algunas paredes vasculares, sobre todo de algunas neuronas del cerebro por algún tipo de proteína, y eso puede hacer que haya más derrames o lo que nosotros llamamos ictus, y hay personas que sufren discapacidades por ello”.

Sobre protección para evitar estos síntomas, Bilbao explica que “la mejor es tener un sistema inmunológico fuerte que nos permita afrontar estas dificultades y amenazas de una manera saludable. Pensemos que el cuerpo reacciona con fuerza cuando piensa que no tiene suficientes defensas. Como siempre, intentar mantener un peso saludable, hacer ejercicio y comer bien para tener un sistema inmunológico bueno, pero no hay una estrategia concreta, al menos por ahora”.

En cuanto al estrés por confinamiento y la falta de trato social, no vernos las caras por las mascarillas, Álvaro reconoce que afecta mucho: “Tenemos ya el ‘síndrome de fatiga pandémica’, que es psicológico puro y duro y que tiene que ver con una situación de estrés que, en algunos casos, puede ser muy alto, pensemos en sanitarios y en personas que vivan solas y no tienen ese contacto humano, sobre todo en las épocas de confinamiento duro. Sabemos que cuando una persona está expuesta al estrés de forma prolongada puede llegar a desarrollar cuadros de ansiedad, lo vemos en la mayoría de la población. Dificultades para dormir, concentrarse, un estado de ánimo como una montaña rusa… todo eso tiene que ver con ese síndrome. Estamos viviendo muchísima incertidumbre muy prolongada en el tiempo, vamos a hacer un año desde que empezó todo esto”.

Para mejorar este cuadro de ansiedad e incertidumbre, Bilbao reconoce que lo mejor que podemos hacer ahora no nos lo permiten: “Irnos de viaje, quedar con amigos… eso no podemos ahora, pero lo que sí podemos hacer es intentar tener estructura. La ansiedad se reduce con rutinas estables, como caminar todos los días, o planificar los menús de cada día, tener más control sobre nosotros. Estructura e ilusión, eso es muy importante”.

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