La pregunta que Marian Rojas recomienda hacerse para ver si tenemos el sindrome de la presión constante: "Es la diferencia entre ser feliz o no"
La psiquiatra explica a Cristina López Schlichting un problema que mucha gente tiene en su día a día y que es más invisible de lo que parece

Marian Rojas habla con Cristina López Schlichting sobre la presión constante
Madrid - Publicado el
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Vivimos en una sociedad en la que la prisa y la autoexigencia se han convertido en la norma. En el trabajo, en casa, con los hijos, en las redes sociales… parece que siempre hay que estar a la altura, cumpliendo expectativas, rindiendo. Pero, ¿dónde queda el disfrute? ¿Qué consecuencias tiene vivir bajo esa presión constante?
Cada vez son más las personas que confiesan sentirse agotadas, ansiosas o desmotivadas, atrapadas en una carrera sin meta clara. En este contexto, la psiquiatra Marian Rojas, conocida por sus libros y su participación en Fin de Semana, con Cristina López Schlichting, lanza un mensaje claro: “La línea entre la motivación sana y la presión constante es muy delgada… y marca la diferencia entre ser feliz o no”.

Las expectativas pueden jugar una mala pasada
¿Estás motivado… o solo sobrevives?: lo que se pregunta marian rojas
Durante su intervención con Cristina, Marian Rojas reflexiona sobre un fenómeno que ella misma ha vivido: el paso de la motivación al agobio. “Es ese momento donde la motivación que tienes deja de ser un impulso y se convierte en una carga”, señala. La clave, dice, está en hacerse una pregunta muy sencilla pero reveladora: ¿Te motivas para crecer o te presionas para no sentirte insuficiente?
Según Rojas, cuando actuamos movidos por el deseo de aprender y mejorar, sin miedo a fallar, estamos en el camino de la motivación sana. “Tiene una característica que me parece súper importante: no amenaza tu autoestima si fallas. Se basa en el disfrute, en el propósito o en el interés más interno de lograr lo que quieres”, explica.

La autoestima, un aspecto fundamental a la hora de hablar de motivación
Por el contrario, la presión constante nace del miedo: a no cumplir, a decepcionar, a no estar a la altura. En sus palabras, “cuando la motivación se transforma en miedo, ya no actúas por crecimiento interior, sino por miedo a las consecuencias, a los castigos, al rechazo”.
El test de Marian Rojas para detectar la presión constante
Para saber si vivimos atrapados en esta presión invisible, Marian Rojas propone una comparación sencilla pero poderosa. Imagina a un estudiante preparándose para un examen. ¿Cómo se siente?
Este ejercicio mental, que cualquiera puede aplicar en su día a día, es lo que Rojas llama “una brújula emocional” para identificar si nuestras metas nos construyen… o nos destruyen.
Se basa en el disfrute, en el propósito o en el interés más interno de lograr lo que quieres. No amenaza la autoestima si fallas"
Psiquiatra
Cuando la presión enferma: ansiedad, burnout y perfeccionismo
Los efectos de vivir bajo presión permanente no son menores. Rojas advierte que esta forma de funcionar puede derivar en trastornos como la ansiedad, el perfeccionismo extremo o el famoso burnout, el síndrome del trabajador quemado.
“Una cosa es la disciplina, otra despreciar el cansancio”, advierte. Y añade: “Cuando te importa de verdad lo que haces, te cuidas. Cuando te presionas, te exiges hasta romperte”.
Además, recuerda que la presión no acepta pausas. “La motivación buena acepta una pausa. La presión te castiga por detenerte”, subraya. Es en esos momentos donde surge lo que llama “cronopatía”, la enfermedad del tiempo: la angustia por parar, el sentimiento de que descansar es perder el tiempo.

Es importante descansar y no tener angustia por parar
Para Marian, uno de los grandes retos de nuestra sociedad es fomentar la motivación interna, especialmente entre los jóvenes. En su intervención, rescata el origen etimológico de la palabra educar, que proviene de educare (guiar desde fuera) y educere (sacar desde dentro). “Lo más difícil como padres o como maestros es despertar dentro del otro esa chispa por superarse poco a poco sin buscar su destrucción”, señala.
El objetivo, dice, no es que nuestros hijos o empleados lo hagan todo perfecto, sino que disfruten del proceso. Porque cuando lo hacen por miedo, aunque logren un “10”, el coste emocional puede ser altísimo. “El problema es lo que te dejas en el camino”, concluye.
En resumen, Marian Rojas nos invita a observarnos y a reflexionar con honestidad: ¿vivimos motivados o bajo presión? La respuesta puede cambiar no solo nuestro bienestar diario, sino también nuestra salud mental, nuestras relaciones y la manera en que educamos o lideramos.