Desde marzo de 2020 ha sido difícil, en la mayoría de los casos imposible, celebrar una fiesta como la tradición manda. Ni carnavales, ni fallas, ni San Fermines. Y en estas estamos ahora que llevamos poco más de 20 días en 2021.

Empezando por las cabalgatas de Reyes que ya se tuvieron que adaptar a la situación, ahora le siguen los principales eventos de todos los años. El Carnaval, tanto el de Tenerife como el de cualquier otro lugar de España, ya venía cancelado porque no había medios ni seguridad para prepararlo. Las fallas no se cancelan de manera definitiva, por el momento se aplazan. Y también se cancela la Semana Santa en Andalucía, además de la Feria de Abril y la Romería del Rocío, de la que nos acabamos de enterar.

Son eventos que todos los años reúnen a miles de personas. También son fechas que aprovechamos para celebrar de maneras distintas, pero que socialmente son importantes. Porque celebramos algo que sociológicamente nos une. No somos los españoles los primeros en celebrar verbenas, fiestas o conmemorar a una persona. Dado que esta vez nos vamos a quedar sin ellas, vamos a conocer lo que en realidad aportan.

Mariano Urraco es Antropólogo y profesor de Sociología de la Universidad a distancia de Madrid y nos ha dado las claves: “La fiesta es el momento de cohesión de comunidad. Las personas se juntan y la comunidad se expresa y manifiesta, dicen 'somos un grupo'. La ausencia de fiesta hace que nos veamos de forma distinta, nos disgrega e individualiza, incluso egoístas. Tiene un peligro añadido: vemos que se está empezando a ver al prójimo como un potencial peligro o amenaza".