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Almudena Cid, tras el peor año de su vida: “Sentía que me ahogaba. Pero la gimnasia me ha salvado"

Caminar sin punteras es el libro que ha escrito la gimnasta para compartir su viaje interior y las herramientas que la han mantenido a flote en su separación matrimonial

Redactora y productora de Fin de Semana

Tiempo de lectura:3Actualizado12:04

Por Fin de Semana ha pasado una joven de 42 años que, cuando era niña, disfrutaba mucho jugando con cepillos de pelo. Pero con ellos no se dedicaba a peinar muñecas o hacer trenzas en el cabello de su madre, no: le gustaba lanzarlos al aire y recogerlos. Una y otra vez. Los padres de esa pequeña veían como su pequeña también disfrutaba intentado tocar su naricita con la punta de los dedos de los pies.

Por eso, cuando el Colegio Arantzabela Ikastola de Vitoria planteó las extraescolares a las que la niña podía apuntarse, Tomás Cid y Mina Tostado lo tuvieron claro: Ni fútbol, ni baloncesto ni ajedrez. Almudena iría a gimnasia rítmica. Poco sabían los padres de esa pequeña de seis años que comenzaba la carrera de una de las gimnastas más importantes de la historia del deporte nacional e internacional.

Y poco sabía nuestra invitada que tantos años de disciplina la estaban preparando para afrontar el momento más difícil de su vida… El final de su matrimonio tras quince años de relación con el presentador de televisión Christian Gálvez. Almudena Cid ha pasado por Fin de Semana para presentar su libro ‘Caminar sin punteras’ en el que relata cómo todo lo que le aportó la rítmica le ha ayudado a sobreponerse.

“Tras este año caminando sin punteras, estoy sintiendo esas llagas en las plantas de los pies… pero caminando con paso firme y haciendo durezas”. Almudena es rotunda: “La gimnasia me ha salvado. Cuando mi vida explotó no sabía que había quedado de mí. Perdí la capacidad de reacción, de saber quién era o en qué creía. Una sensación de ahogo que apretaba mi cuello… creí que no iba a salir. Pero de repente encontré resortes de los que empecé a ser consciente”.

Muchos años de entrenamiento, de trabajo y sacrificio que fueron dando unas herramientas a la vitoriana que, sin ella darse cuenta, fueron labrando su carácter.

Almudena Cid es la única gimnasta del mundo que ha alcanzado cuatro finales olímpicas: Atlanta en 1996; Sídney en el 2000; Atenas en 2004 y Beijing en 2008.

El día 23 de agosto del año 2008, la vitoriana se despidió de la gimnasia de élite con un ejercicio de cinta en los JJOO de Pekín, con un ejercicio de cinta, al son del ‘Nessum Dorma’. Besaba el tapiz una de las gimnastas más importantes de la historia. Recordar ese momento hace que Almudena se emocione: “He recurrido mucho a ese momento en este año. Me necesitaba recuperar a mí. Lo que yo había sido durante años. Lo había olvidado. Recuerdo que en mi casa tenía unas imágenes mías en color de los cuatro Juegos Olímpicos y las imprimí en blanco y negro, intentando dejar atrás mi carrera deportiva. Y me he dado cuenta de que eso es lo que me ha sacado adelante. Cuando pienso en ese beso de Pekín, de repente me viene de golpe toda la autonomía, el sentimiento de competencia, la sensación de que hice algo grande: Cambié el panorama de nuestro deporte. Podemos disfrutar de una gimnasia más madura y más elaborada. Me emociona mucho porque tenía olvidado de que tenía capacidades para salir. Cuando me pasó todo esto este año, es bonito recuperar esos instantes donde te sentías tan bien. Y es para ti, porque eso sigue estando en ti”. En ese ejercicio, Almudena llevaba dibujado un Ave Fénix en el maillot. Un homenaje a su abuelo: “Me decía, Almu, eres como este pájaro: Cuando todo el mundo piensa que vas a desaparecer… vuelves a aparecer. Yo pensaba que uno resurgía una vez en la vida. Pero me he dado cuenta de que la vida es un resurgir constante”.


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