El vallisoletano Teodoro Arranz, misionero claretiano en la Araucanía chilena, acaba de cumplir 89 años, toda una vida que merece ser recordada. Los claretianos llegaron a aquellas tierras en 1903 y levantaron el Instituto Claret, una de las instituciones educativas más importantes del país.

El P. Teodoro, que llegó a Chile en 1956, ha sido su director durante más de 40 años, en los que el instituto no dejó de crecer, añadiendo un gran campus a las afueras de la ciudad de Temuco. Cuenta actualmente con más de 110 cursos, con casi 4.000 alumnos atendidos por 400 profesores y funcionarios de la educación. Es el colegio particular gratuito más grande de Chile.

Pero la labor de este misionero se ha proyectado en otros ámbitos: ha formado comunidades cristianas, levantado capillas y creado la Escuela Especial Claretiana, donde niños y jóvenes discapacitados se forman para integrarse en la sociedad. Al cumplir sus 89 años, el P. Teodoro ha escrito a Obras Misionales Pontificias rememorando su vida. Ahora trabaja en la Parroquia Corazón de María, de la que fue responsable, y sigue acudiendo a decir misa los domingos a una de las capillas que él mismo construyó para las poblaciones pobres de los alrededores. Insiste en que el trabajo educativo en el colegio y el de la parroquia son complementarios, como ha demostrado la Comunidad Claretiana de Temuco durante más de 50 años. Y se hace eco de lo que decía uno de sus antecesores: "no sabría ser párroco sin escuela”.

En 2010 un periódico local reconoció a Teodoro Arranz como uno de los personajes más relevantes en la historia de la Araucanía, una de las regiones chilenas más hermosas, pero con numerosos problemas. Y durante la celebración de los 200 años de la independencia de Chile, la Municipalidad de Temuco le declaró Ciudadano Ilustre.