En 1858 la Custodia Franciscana de Tierra Santa levantó en la ciudad libanesa de Trípoli Al-Mina, asomada al mar, un convento dedicado a San Francisco y una iglesia. Los frailes se ocupaban de unos doscientos fieles de rito latino y de otros cristianos de rito oriental que preferían frecuentar esa iglesia. También establecieron una escuela de Tierra Santa que cada año formaba a unos doscientos alumnos y que permaneció activa hasta 2014.

En la actualidad, el lugar se ha convertido en un centro franciscano que brinda servicios de alojamiento, un centro deportivo, y es además un punto de referencia para la juventud local. El convento de San Francisco ha intentado durante los últimos años continuar la labor de diálogo con el mundo musulmán, organizando encuentros de debate y formación, con la asistencia de autoridades religiosas de ambas religiones. Se presta especial atención a la formación de los cristianos locales, con reuniones dirigidas a los que se encuentran en un entorno de mayoría musulmana.

Debido a la pandemia han tenido que limitar las actividades del centro deportivo, pero durante el verano han mantenido un campamento que reúne a niños de cinco a doce años para realizar una serie de actividades pensadas para ellos. También han puesto en marcha otra iniciativa de apoyo para la emergencia sanitaria: una doctora italiana realizó un voluntariado en el convento, haciendo durante una semana cerca de un centenar de test serológicos y visitas médicas gratuitas a quien lo pidiese.

El convento es un gran apoyo para la vida pastoral de los cristianos, latinos y también de otros ritos, así como para la comunidad de inmigrantes filipinos, numerosa en el Líbano. Para ayudar a las muchas familias con dificultades, el convento promueve la distribución de paquetes de alimentos, que reciben también familias musulmanas. Si antes de la pandemia los franciscanos solo ayudaban a las personas que venían a llamar al convento, hoy buscan a los que lo necesitan en la zona para hacerles llegar víveres y medicinas. Actualmente atienden a unas 150 familias: libaneses y emigrantes, también refugiados sirios y palestinos.