La llaman la doctora Amazonas, aunque en realidad su nombre es Antonia López González. Es una de esas mujeres que con sus pequeñas manos y su gran voluntad mueve montañas y hace de este mundo, un lugar más justo y habitable. Por eso hoy te cuento su historia de Carne y Hueso.

Tony López - así es como le gusta que la llamen - se adentró en la vida del Amazonas brasileño cuando tenía solo 24 años. Ya era médico y tenía claro que ella sería más útil en la región amazónica brasileña del Río Purús, que en su pueblo, una pequeña población de Badajoz. Y es en el Amazonas brasileño donde lucha desde hace tres décadas contra enfermedades ya erradicadas en el primer mundo, como la lepra, o al mal de Jorge Lobo, una grave enfermedad cutánea ocasionado por un hongo. Y lo hace desde su barco hospital, sin teléfono y sin wifi, durante días. Navegando el río para llegar a lugares de difícil acceso de otro modo.

Tony es la autora del primer atlas de demarto-patología amazónica. Además de mejorar su red sanitaria fluvial, uno de los proyectos de los que se siente más orgullosa son las escuelas de salud, escuelas de vida y la creación de una red de 342 agentes de salud voluntarios: “Somos sanitarios comprometidos y tratamos cada día de reavivar la esperanza - dice - para mantener el entusiasmo por la vida y de pensar que el futuro puede ser diferente para personas olvidadas desde que nacen”.

Ella no se olvida de los olvidados y yo hoy quería resumir su historia para visibilizar el trabajo que hace, igual que otros muchos españoles misioneros o cooperantes, capaces de llegar solo con su fuerte voluntad donde no llega nadie. Es por esta labor que Toni, la doctora Amazonas, es una firme candidata al premio Princesa de Asturias en la categoría de cooperación internacional. Un reconocimiento que de llegarle, desde luego, sería bien merecido.