Ese policía al que hoy insultas porque cumple con su deber aunque no te guste, ese policía es el mismo al que aplaudías hace unos días porque se juega la vida, sin medios, para preservar la tuya del coronavirus.

Ese policía al que algunos graban para luego manipular la grabación y hacerlo aparecer casi como un delincuente, es el mismo que acude a tu llamada cuando denuncias una agresión o cualquier otro delito.

Ese policía al que hoy le nombras a su madre, es el mismo que durante años tuvo que echar rodilla al suelo para comprobar que un asesino terrorista no había puesto una bomba bajo su coche y todo por defender tus libertades.

Ese policía al que hoy provocas sacando pecho como un “valiente” lobo cuando va en camada, es el mismo policía al que los antisistema y perroflautas pateaban la cabeza cuando estaba defendiendo el Congreso, donde reside la soberanía del pueblo, también tu soberanía.

Ese policía al que hoy llamas esbirro, es el mismo al que la ultra izquierda desea la muerte, el mismo policía que, cumpliendo órdenes y por ello cumpliendo con su deber, recibió desprotegido las pedradas de los CDR.

Ese policía al que hoy, para hacerte el machote y ganar unos cuantos likes en las redes sociales, acusas de estar vendido al poder político, es el mismo que defiende cada día tu libertad y garantiza tu seguridad.

Ese policía al que tratas de humillar para ocultar tus infracciones, es el mismo que se dejará la vida si es necesario, para defender la tuya.

A ese policía que hoy, aún dolido por tu saña y tus ataques virulentos, aprieta los dientes y sigue, como siempre, cumpliendo con su deber, a ese policía, tú, no lo mereces.