La accesibilidad no es solo rebajar una acera. También tener sitio suficiente para poder transitar con normalidad. Y esto se hace difícil para una comunidad de vecinos de la plaza de Pontevedra.

Varios de ellos tienen discapacidad y se mueven en silla de ruedas, y cada vez les resulta más difícil salir de casa por lo que se encuentran a continuación: todo “un expositor de mobiliario urbano”. Así lo define María Corredoira, la presidenta de la comunidad de propietarios del edificio que hace esquina con Francisco Mariño. En pocos metros, hay un hidrante, letreros, señales, un kiosko de la ONCE, contenedores, una papelera o un buzón. Un poco más adelante, tampoco está mucho más libre, ya que encuentran “una parada de autobús con su marquesina y lo que tiene a lo largo de la acera”, cuenta.

Un medidor de emisiones

Por si fuera poco, el miércoles se han encontrado que los obreros están instalando algo más. Pensaban que era un semáforo, pero, después de pelear con el 010, consiguieron contactar con Movilidad para despejar la duda: “lo que se va a colocar es un punto de control de contaminación, de emisiones”, comenta

A partir de ahí, la incomprensión. Porque en la comunidad hay varias personas mayores y gente que se mueve en silla de ruedas, y delante, una barrera que no les permite acceder a su portal desde un coche. La descarga es imposible y desde el Ayuntamiento le han sugerido a María que, si tiene que dejar a alguien con problemas de movilidad en casa desde el coche, pare un momento en la parada de bus. “Usted para, deja a la persona en el portal y se va. Digo, yo, sí, hombre, sí, voy a dejar a una persona de 90 años en una silla de ruedas
tirada en un portal”

María habla en nombre de medio centenar de vecinos y entiende que se debería distribuir un poco mejor todos los obstáculos que encuentran en estos pocos metros y pide comprensión. “De la esquina de Francisco Mariño, en adelante, es menos invasivo el mobiliario urbano. Entonces, distribuyamos un poco, porque yo creo que me parece correcto que haya que tener el hidrante. Pero el buzón, pero las señales, digo yo, que se podrán distribuir y correr un poquito más”.

Al final, expresa la impotencia porque los esfuerzos de la comunidad para adaptar el edificio se truncan en cuanto salen a la calle. “Hay gente de 50 años que, por desgracia, está en silla de ruedas. Entonces, promovemos la accesibilidad dentro de las casas, dentro de los edificios, las rampas, todo tipo tal, pero cuando salimos del portal para la calle, no”.