David tiene 39 años y vive en la ciudad de A Coruña. El jueves, 22 de octubre por la mañana le suena el teléfono. Es un número de Madrid. Una mujer le informa al otro lado de la línea de que lo llama del área sanitaria de A Coruña. Le dice que están haciendo pruebas PCR entre la población, y que si quería hacer una. Él dice que sí. De hecho, a raíz de estar recientemente en otros lugares de España sopesó la posibilidad de hacer una por prevención, pero sin síntomas no se realizan en la sanidad pública y en un laboratorio privado le pedían más de cien euros por hacer el test.

Lo citan para el día siguiente. Viernes, 23 de octubre, a las 18:39. Tiene que estar a esa hora detrás del centro de salud de O Ventorrillo. Llega a las 18:30 a la avenida de Fisterra, en la fachada principal del ambulatorio, y se queda parado: hay una importante cola de coches. De vez en cuando, se tienen que apartar para que los taxis salgan. Unos minutos después, comprueba que todos están por la misma razón: hacer la prueba de la COVID-19.

Pasa un rato hasta que comienza a ver el lugar de las pruebas, donde el tráfico está semicortado. Un carril está lleno de vehículos esperando y, del otro sentido, pasa de vez en cuando el bus 7. La cola avanza lenta. Al lado, se puede ver una decena de personas que ha acudido a pie a hacer la prueba y que forma otra fila, con su espacio reglamentario. Enfrente, está montada una carpa que pone COVID Auto, con un espacio diáfano en el que se puede ver cómo se realizan las pruebas a los que han ido caminando.

SIN BAJAR DEL COCHE

Los motorizados no se tienen ni que bajar del coche. Una vez llegados a la altura de la carpa, se acerca una mujer vestida con un traje verde que pone “solo para uso quirúrgico”, y le pregunta a David nombre, apellidos, la hora de la cita y por qué acude a hacerla. Él cuenta que le llamaron y que estuvo fuera unos días. Ella, rápidamente, contesta y anota: “Aleatorio”. Un rato después, llega otra chica, que pregunta con gestos si la prueba la hace el conductor o la acompañante. Lleva mascarilla, mampara, ropa de protección y un bastoncillo blanco y fino en la mano. Parece un escenario postnuclear .

David baja la ventanilla. La sanitaria pide que coloque la mascarilla debajo de la nariz, pero que tape la boca. “Es desagradable, molesta un pelín”, asegura mientras introduce el bastoncillo en una de las fosas nasales. Ni dos segundos dura el momento. “En 24/48 horas te llama un médico de cabecera o te llega un mensaje al móvil”.

Son casi las 19h. Tras media hora de espera para la prueba, queda un pequeño escozor en la nariz y una pequeña tos durante unos minutos. Para el resultado, no hay que esperar mucho. Menos de un día después, a las 14:26h del sábado, David recibe un mensaje de texto. “SERGAS informa: el resultado de la prueba PCR realizada fue NEGATIVO”. Las palabras que definen el alivio en 2020.

• Left6:No existe configuración de publicidad para el slot solicitado

REFUERZO DE PCR

David es uno de los cientos de personas que han sido llamados a participar en el cribado aleatorio que realiza el Área Sanitaria de A Coruña a la población de entre 18 y 40 años. Se convocan por teléfono y se realizan en el Covid-Auto de O Ventorrillo.

El propio viernes, el día que hizo la prueba, se realizaron casi 2000 pruebas PCR, aleatorias y prescritas, en toda el área sanitaria, y se detectó un número record de casos: 135 en solo 24 horas. La semana pasada, cada día se realizaron de media 1700 PCR, y el esfuerzo no bajará, vista la perspectiva de incidencia para los próximos meses.