Extremadura llora a Pablo Guerrero que ha fallecido esta tarde
La voz esencial de la libertad y la tierra extremeña se ha apagado en Madrid a los 78 años, dejando un legado de poesía y música que atravesó géneros y generaciones.

Pablo Guerrero
Badajoz - Publicado el
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La tarde de este martes se se nos ha ido uno de los últimos juglares. Pablo Guerrero (Esparragosa de Lares, Badajoz) ha muerto a los 78 años, según ha anunciado su propio hermano. Con su partida, Extremadura no solo pierde a un cantautor fundamental, sino a un poeta que transformó el paisaje y el paisanaje de su tierra en versos y canciones que se convirtieron en himnos de una época. Su carrera, iniciada a finales de los años sesenta y mantenida ininterrumpidamente hasta el final, es un mapa sonoro de la evolución de un país y de la inquietud de un artista irrepetible.
Su nombre quedará para siempre ligado a nuestra región. Guerrero era la encarnación de la esencia de la tierra extremeña. Nacido en Esparragosa de Lares, en la Siberia pacense, siempre llevó consigo la memoria de aquellos paisajes y sus gentes. Esa infancia rural, ese amor por lo sencillo y lo auténtico, se convirtió en el sustrato de toda su obra, un poso de imágenes y emociones al que volvió una y otra vez a lo largo de más de cinco décadas.
su carrera
Aunque su inicio estuvo marcado por la investigación del folclore extremeño, fue con su primer LP, A cántaros (1972), con el que Guerrero trascendió lo local para convertirse en un símbolo de libertad en los estertores del franquismo. La canción que daba título al álbum, con su verso “Tú y yo, muchacha, estamos hechos de nubes”, se erigió en un regaero de esperanza para una generación ávida de aire fresco. Aquel tema, y su memorable actuación en el Olympia de París en 1975, lo consagraron como una de las voces más relevantes del movimiento de cantautores, un compañero de viaje de Serrat, Aute y Luis Pastor.

Pablo Guerrero en una de sus últimas actuaciones
Sin embargo, Pablo Guerrero nunca se conformó con una etiqueta. Su curiosidad insaciable lo llevó a una constante búsqueda artística. Tras los discos de raíz folk y compromiso social de los 70, dio un giro radical. Los ochenta y noventa fueron testigos de su inmersión en la música electrónica, el ambient y las sonoridades vanguardistas, de la mano de colaboradores esenciales como el productor Suso Saiz. Discos como El hombre que vendió el desierto (1988) o Toda la vida es ahora (1993) demostraron una valentía creativa poco común, alejándose del panfletismo para adentrarse en territorios más sensoriales y cósmicos, siempre con la poesía como faro.
Es el amor del agua, la memoria
que hace vivos los cuerpos,
que hace vivas las nubes,
que hace vivas las selvas.Extremeño
Esa misma inquietud filosófica se trasladó a su faceta como escritor, publicando numerosos libros de poesía donde la naturaleza, el tiempo y la espiritualidad zen eran ejes centrales. Dejando un legado, por tanto, doble: el del cantautor del pueblo que puso música a la libertad y el del poeta y explorador sonoro que nunca dejó de evolucionar. Galardonado con la Medalla de Extremadura y un Goya por la canción Tu bosque animado junto a Luz Casal, su influencia se extendió a artistas de generaciones posteriores, que le rindieron homenaje en el disco Hechos de nubes (2007). Hoy, Extremadura llora a su hijo más universal, el hombre que convirtió el agua, la tierra y el desierto en metáforas eternas. Su voz se ha callado, pero su obra, hecha de nubes y memoria, permanece viva, regando, como siempre, la sed del hombre.