Nuevo caso de fiebre del Nilo en Extremadura

Las autoridades sanitarias extremeñas confirman un nuevo contagio en una mujer de 42 años y recuerdan las medidas de prevención ante la persistencia del virus, que en 2025 se ha cobrado ya tres vidas.

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Virus del Nilo en Extremadura

José Luis Lorido

Badajoz - Publicado el

2 min lectura

El Servicio Extremeño de Salud (SES) ha confirmado la detección de un nuevo caso de Fiebre del Nilo Occidental en la comunidad autónoma. La afectada es una mujer de 42 años del Área de Salud de Don Benito-Villanueva, que se encuentra en estos momentos bajo supervisión médica. Este contagio se produce en un contexto de vigilancia activa por parte de las autoridades, que simultáneamente han anunciado una noticia positiva: el alta hospitalaria de un varón de 59 años, también de la misma área de salud, que había estado ingresado en el Hospital de Don Benito-Villanueva. Esta dualidad —nuevo contagio y recuperación— ejemplifica la naturaleza impredecible de la enfermedad en la región.

Con esta última incorporación a la estadística, la cifra global de casos confirmados en Extremadura durante el año 2025 asciende a veintiuno. De este total, tres fueron asintomáticos y solo pudieron ser identificados gracias a los controles rutinarios del Banco de Sangre. La parte más trágica de este balance la constituyen los tres fallecidos que ha dejado la enfermedad en lo que va de año. En la actualidad, la presión asistencial se mantiene, con cuatro pacientes aún ingresados en el Hospital Don Benito-Villanueva y uno más en el Hospital de Mérida, un recordatorio de que el virus sigue circulando y representando un riesgo para la salud pública.

Para poner estas cifras en perspectiva, es necesario mirar al año 2024, ejercicio en el que se notificaron un total de treinta y dos casos y otros tres decesos. La comparativa sugiere una ligera disminución en la incidencia, pero las autoridades sanitarias se mantienen prudentes. La dirección del SES ha informado a las gerencias de las ocho áreas de salud para que extremen la vigilancia ante cualquier sospecha de sintomatología compatible. Esta actitud de alerta es crucial para mejorar la capacidad diagnóstica, un desafío mayúsculo si se considera que aproximadamente el 80% de las infecciones en humanos cursan sin síntomas aparentes, actuando como un reservorio silencioso del virus.

Frente a esta amenaza, la herramienta más eficaz sigue siendo la prevención. El SES ha reiterado un conjunto de recomendaciones dirigidas a minimizar la proliferación del mosquito vector, principalmente del género Culex. Las medidas se centran en la gestión del agua estancada, el principal caldo de cultivo para los insectos. Se insta a la ciudadanía a mantener en buenas condiciones piscinas y estanques, y a vaciar cualquier objeto que pueda acumular agua, como platos de macetas, cubos, juguetes o neumáticos. Tapar los recipientes que contengan agua en el exterior y mantener limpios canalones y desagües completan esta estrategia de control medioambiental.

De forma paralela, es fundamental la protección personal. Las autoridades sanitarias aconsejan vestir ropa de colores claros que cubra la mayor superficie corporal posible —manga larga, pantalones largos y calzado cerrado—, especialmente durante el amanecer y el atardecer, periodos de máxima actividad del mosquito. Asimismo, se debe evitar el uso de perfumes, jabones aromatizados y aerosoles para el pelo, ya que su olor puede atraer a los insectos. Por el contrario, se recomienda el uso de repelentes e insecticidas autorizados, en formato loción, espray o pulseras. La instalación de mosquiteras en puertas y ventanas se erige como una barrera física de probada eficacia para impedir la entrada de los mosquitos a los hogares, cerrando así el círculo de una defensa comunitaria que combina la responsabilidad institucional con la individual.

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