El callejón más bonito de Badajoz, que suena a flamenco
Esta callejuela está dedicada al empresario Manuel Cancho Moreno, el soñador que imaginó traer un trocito de Andalucía a la capital pacense.

Calle Manuel Cancho Moreno
Badajoz - Publicado el - Actualizado
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En el laberinto de adoquines y leyendas que conforman el casco antiguo de Badajoz, hay una calle que parece detenida en el tiempo. Manuel Cancho Moreno, una vía estrecha y peatonal, despliega un hechizo único entre fachadas engalanadas de geranios, una fuente de inspiración árabe y el eco de un pasado industrial que dio forma a uno de los símbolos más queridos de la ciudad: la Giralda, la réplica pacense del popular edificio sevillano.

Calle Manuel Cancho Moreno
La calle lleva el nombre del industrial pacense Manuel Cancho Moreno, quien en 1930 encargó la construcción de un edificio que marcaría para siempre el skyline de la ciudad: la Giralda, réplica neomudéjar de su homóloga sevillana. Diseñada por el arquitecto Martín Corral y el constructor Adel Pinna, esta torre de 1935 fusiona azulejos, forja y floreros en un estilo regionalista andaluz, coronada por el dios Mercurio, símbolo del comercio. Su origen como sede de los Almacenes La Giralda —un próspero negocio familiar— evolucionó hasta albergar la sede central de Telefónica en Extremadura, uniendo innovación y patrimonio. Aunque actualmente se encuentra vacío ya que la empresa de comunicaciones abandonó este emplazamiento.

La Giralda de Badajoz
Hoy, la Giralda es un icono arquitectónico en la Plaza de la Soledad, junto a la ermita de la Patrona de la ciudad y un testigo silencioso de la historia que da sentido a esta calle.
Caminar por Manuel Cancho Moreno es una experiencia íntima. Sin tráfico, el sonido dominante es el murmullo del agua de su fuente adosada a la pared, cuyos detalles arabescos dialogan con el Rincón Nazarí, un bar de copas que despliega veladores a la umbría de la calle. Aquí, las tardes huelen a café y las noches a música suave y flamenco lejano, mientras el Voodoo Restaurante y los apartamentos turísticos añaden un aire contemporáneo sin romper la armonía.

Calle Manuel Cancho Moreno
El nuevo pavimento, distinto al del resto de la ciudad, guía los pasos hacia dos epicentros culturales: hacia un lado, la Plaza Alta, cuna del flamenco extremeño donde resonaron los jaleos de Porrina de Badajoz y todas las noches se pueden escuchar palmas y alguna voz valiente; hacia el otro, la Plaza de la Soledad, imán de devotos y turistas. La calle actúa como puente entre lo sagrado y lo festivo, entre el murmullo de las procesiones y el taconeo de las bulerías.

Calle Manuel Cancho Moreno
El encanto de esta vía se nutre de pequeños gestos: macetas colgantes que estallan en color cada primavera, faroles de hierro que dibujan sombras al atardecer y la programada instalación de una moqueta temporal cerca de la Plaza de San José para proteger los pies descalzos de los nazarenos durante Semana Santa, de los penitentes del Prendimientoy el racheo de los costaleros de la Señora, que este año volverán a subir a lo alto de la ciudad.
Manuel Cancho Moreno es un relato de resistencia y reinvención. Mientras Badajoz avanza, esta calle preserva su esencia: la de un lugar donde el comercio del siglo XX se funde con la gastronomía del XXI, donde la fe y el arte flamenco conviven, y donde cada piedra habla de un hombre que soñó con llevar un pedazo de Andalucía al alma extremeña.

Calle Manuel Cancho Moreno
Perderse en Badajoz y descubrir esta calle es reconocer que, a veces, las calles más estrechas son las que guardan las historias más grandes.