Diez meses después de la DANA, un empresario de Sedaví logra reabrir su fábrica "a media marcha"
Juanjo, de 53 años, perdió toda su maquinaria bajo el agua y el barro. Hoy sobrevive gracias al seguro, a un crédito y a la fidelidad de sus clientes.

La fábrica de Juanjo después de la riada
Valencia - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
“Fue un desastre total, nunca pensé que vería algo así”. Así recuerda Juanjo el después de aquel 29 de octubre de 2024, cuando la DANA convirtió su fábrica de plásticos en un lodazal. Las calles del polígono estaban anegadas, las naves arrasadas y dentro de la suya, la escena era desoladora: “Toda la fábrica estaba llena de lodo, ramas, aceite y barro. Nada estaba en su sitio. Las piezas aparecían por todas partes, las máquinas destrozadas y hasta la furgoneta apareció volcada . Fue un golpe tremendo” narraba Juanjo.
La empresa, dedicada a la inyección de plásticos y heredada por padre, quedó completamente inutilizada. De las siete máquinas con las que trabajaba, ninguna pudo salvarse. “Ya he mandado cinco a la chatarra y solo he podido comprar tres nuevas. Todo lo demás está perdido, no he podido rescatar nada”, lamenta.
también te puede interesar
La reapertura fue posible gracias al seguro, que cubrió parte de las pérdidas. Las ayudas públicas resultaron insuficientes: 10.000 euros del Estado y 6.000 de la Generalitat Valenciana. A pesar de que fueron rápidas ya que llegaron en diciembre. “Solo en obras ya me gasté más de 20.000 euros. Con esa ayuda no habría abierto nunca. Si no llego a tener seguro, seguramente no hubiera vuelto a abrir”, reconoce.
A la falta de recursos se suma la presión financiera. Juanjo tuvo que recurrir a un crédito para adelantar pagos y poder mantener la actividad. “Tengo 50.000 euros de IVA pendientes de devolución. Hasta el año que viene no me los ingresarán, y mientras tanto tengo que aguantar como puedo. He tenido que pedir un crédito porque no puedo soportar ese tirón en solitario”, explica.

La fábrica de Juanjo diez meses después
mirar al futuro con cautela
Hoy, diez meses después, la fábrica funciona a media capacidad. “Antes tenía siete máquinas, ahora solo trabajo con tres. Estoy a la mitad, pero al menos sigo en pie. Si no me hubieran respetado mis clientes, habría tenido cerrar.”, asegura.
El caso de Juanjo no es aislado. El polígono de Sedaví sigue mostrando las cicatrices de la riada. Muchas empresas colindantes permanecen cerradas o en obras, y algunas directamente han decidido no continuar. “Depende de cómo te pille. Hay empresarios que estaban cerca de la jubilación o que no podían afrontar tanta inversión. Con mi edad, si no hubiera tenido seguro, yo tampoco habría seguido adelante”, admite.
Pese a todo, Juanjo mantiene la esperanza de recuperar el pulso de su negocio. Su objetivo es adquirir más maquinaria a finales de este año o principios del próximo. Mientras tanto, resiste con esfuerzo y la confianza de quienes le animan a seguir. “Esto ha sido empezar otra vez desde cero. Ahora toca aguantar, confiar y poco a poco volver a levantar la empresa. Pero normalidad… eso ya veremos si llega”, concluye.