¿Qué es la runnorexia y qué problemas conlleva?: "Llega un momento en que deja de ser beneficioso"
La moda del running lleva a muchas personas a obsesionarse con esta práctica y es entonces cuando se convierte en una adicción.

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Barcelona - Publicado el
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Practicar cualquier deporte conlleva innumerables beneficios, tanto física como psicológicamente y correr, concretamente, reduce el estrés, mejora la capacidad cardiovascular, reduce el riesgo de sufrir enfermedades, libera endorfinas, dopamina y genera inmediatas sensaciones de placer. Pero todo en extremo puede resultar perjudicial. La moda del running lleva a muchas personas a obsesionarse con esta práctica y puede convertirse en una adicción.
Los aficionados a este deporte, llega un momento que se plantean participar en alguna carrera o competición. Ahí, el entrenamiento se hace imprescindible y se empiezan a generar rutinas semanales o diarias, lo que puede provocar que durante un tiempo el entrenar y salir a correr sea prioritario para esas personas. El problema llega cuando, algunos casos, estas rutinas se convierten en comportamientos obsesivos que van más allá de la preparación necesaria para la competición. Hablamos entonces de una adicción al deporte, llamada runnorexia.
La persona con runnorexia experimenta una necesidad de correr cada día, incluso si está lesionada, enferma o cansada. El malestar emocional, con sentimiento de culpa, ansiedad o irritabilidad, ante la idea de no salir a correr, es real y deja de ser un acto de autocuidado para convertirse en una obligación rígida, que interfiere con otros aspectos de la vida, como las relaciones personales, el trabajo o el descanso personal. Por lo tanto, en estos casos, correr no solo produce placer, sino que se convierte en la única forma de calmar emociones o regular el estado de ánimo. Se trata de una pérdida de perspectiva del rol del ejercicio físico en la vida de la persona.

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¿qué síntomas nos deben poner en alerta?
Existen aspectos psicológicos y sociales importantes relacionados con la adicción al deporte, y por tanto con la runnorexia. Las creencias irracionales, la baja autoestima, dificultad para creer en sí mismo, ausencia de motivación en su vida diaria, la presión social por la estética y la imagen, etc.
De hecho, uno de los mayores handicaps es la dificultad de reconocer el problema. Es común que los runners que han establecido una relación perjudicial con este deporte, se justifiquen con frases como "es lo que me hace sentir bien", "es mi forma de desconectar", "si no corro, me siento mal".
El perfil del adicto al running es un hombre, de alrededor de 40 años, con un trabajo muy estresante y que busca en el deporte una válvula de escape. Y, en algunos casos, puede darse la conjunción con un trastorno de la alimentación. El adicto al deporte consume una mayor cantidad de alimentos ricos en proteínas y limita al máximo el consumo de grasas.
Además, otras señales que deben tenerse en cuenta son: no saludar a amigos o familiares si coincide con ellos durante la práctica del deporte, estar pendientes de lo que hacen los demás que practican el mismo deporte, la familia y amigos comentan que esta absorbido y le ven demasiado obsesionado con el ejercicio, etc, hasta el punto de poder llevar a algunos a dedicar al running una media de seis horas al día, dejando de lado su vida familiar y personal.

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No sólo sufre el corredor, también su entorno
Desde el punto de vista físico, una práctica excesiva y compulsiva puede provocar lesiones por sobreentrenamiento, fatiga crónica, alteraciones hormonales o problemas musculares y articulares. Y, como decíamos, también puede relacionarse con restricciones alimentarias o comportamientos compensatorios, que aumentan el riesgo de desequilibrios nutricionales.
A nivel psicológico, el impacto también puede ser grave: insomnio, irritabilidad, tristeza o aislamiento social. Conducta que puede estar vinculada a otros trastornos, como los alimentarios o dismorfia corporal.
Las consecuencias que pueden desprenderse de una adicción a correr pueden ser tanto físicas, como psicológicas, sociales e incluso profesionales. A nivel físico pueden aparecer lesiones que no llegan a curarse nunca y se convierten en crónicas, alteraciones musculares ligadas al sobreentrenamiento o a la fatiga por no respetar los tiempos necesarios para el descanso, etc.
Pero no sólo es el corredor quien sufre las consecuencias de su actividad compulsiva, también quienes tiene cerca: El entorno puede vivir la situación con preocupación e impotencia. Es habitual que haya tensiones porque empieza a condicionar el tiempo compartido, las rutinas sociales o los compromisos familiares.
Es frecuente que quienes rodean al afectado tengan dificultades para abordar el tema y, puede costar entender que algo aparentemente sano se haya convertido en una fuente de sufrimiento o desconexión emocional.
¿Cómo solucionar el problema?
Aunque no exista un tratamiento específico para la runnorexia, desde la psicología es posible intervenir cuando se detecta una "relación desadaptativa" con el ejercicio: La terapia puede ser útil para identificar creencias rígidas o distorsionadas sobre el cuerpo, desarrollar estrategias de regulación emocional y crear una relación más flexible y sana con el deporte.
En algunos casos, especialmente si hay síntomas físicos o signos de trastorno alimentario, puede ser necesario un "abordaje multidisciplinar" que incluya también a profesionales de la medicina deportiva, la nutrición y la salud mental.