La ducha perfecta para la piel: claves para mantenerla sana e hidratada
Una rutina de higiene adecuada puede proteger la barrera natural de la piel y prevenir irritaciones

La ducha perfecta para la piel: claves para mantenerla sana e hidratada
Barcelona - Publicado el
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La ducha diaria es una práctica habitual para muchas personas, pero hacerla de forma incorrecta puede dañar la salud de la piel. Siguiendo unas sencillas recomendaciones, es posible mantener la piel limpia, hidratada y protegida.
Temperatura del agua: ni muy caliente ni muy fría
Uno de los aspectos más importantes a la hora de ducharse es la temperatura del agua. El agua demasiado caliente puede eliminar los lípidos naturales que protegen la piel, dejándola seca e irritada. Por eso, se recomienda ducharse con agua templada, a una temperatura aproximada de 33 grados Celsius, similar a la temperatura corporal.
Duración de la ducha: mejor corta que larga
Ducharse durante mucho tiempo puede favorecer la aparición de sequedad, irritación o picor, y alterar la flora microbiana que protege la superficie cutánea. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la ducha no supere los cinco minutos. Además, reducir el tiempo de ducha también favorece un uso más sostenible del agua y la energía.
Zonas a lavar: solo las necesarias
No es necesario enjabonarse todo el cuerpo en cada ducha. Excepto en casos en que se haya estado en contacto con suciedad o sudor excesivo, basta con lavar las zonas que suelen generar olor, como la cara, las axilas, los genitales y los pies. Esta práctica ayuda a mantener la capa lipídica natural de la piel y reduce la necesidad de utilizar cremas o hidratantes artificiales.
Productos de limpieza: suaves y con pH adecuado
Los jabones y geles de ducha deben tener un pH en torno a 5, parecido al de la piel, y no deben contener perfumes, conservantes ni parabenos. Estos ingredientes pueden ser agresivos y alterar el equilibrio natural de la piel. Es fundamental elegir productos suaves que limpien sin irritar.
Evitar el uso de esponjas
Las esponjas pueden acumular bacterias y no son necesarias para una limpieza efectiva. El jabón limpia igual de bien aunque no haga espuma, y la piel debe tratarse con suavidad, evitando frotar con fuerza o usar materiales ásperos.
Para mantener una piel sana e hidratada, es importante seguir una rutina de ducha adecuada: usar agua templada, limitar la duración a cinco minutos, lavar solo las zonas necesarias, escoger productos suaves con pH equilibrado y evitar el uso de esponjas. Con estos consejos, la ducha diaria puede convertirse en un momento de cuidado y bienestar para la piel.