Misterios del cuerpo humano
¿Por qué braceas al caminar?: la ciencia tiene la respuesta
Un gesto que realizamos de forma inconsciente miles de veces al día es en realidad una obra maestra de la eficiencia biomecánica que nos ahorra una cantidad sorprendente de energía

Alfred López explica en Herrera en COPE Cataluña, por qué braceamos al andar
Barcelona - Publicado el
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Probablemente, nunca te hayas detenido a pensarlo, pero cada vez que caminas, tus brazos se balancean rítmicamente a tus costados. Este movimiento, que realizamos de forma completamente intuitiva, está tan arraigado en nuestra naturaleza que intentar evitarlo resulta antinatural y extrañamente complicado. Aunque podría parecer un gesto sin importancia, la ciencia ha demostrado que este braceo es una pieza clave para que podamos desplazarnos de forma eficiente y estable. Como señala el divulgador Alfred López, este movimiento, "aunque parezca un gesto inútil, en realidad reduce el gasto energético y estabiliza el cuerpo". Lejos de ser un acto residual, mover los brazos es fundamental para nuestro andar.
Aunque parezca un gesto inútil, en realidad reduce el gasto energético y estabiliza el cuerpo.
La confirmación de esta eficiencia biomecánica la ha proporcionado la ciencia. Un estudio conjunto de la Universidad de Michigan y la Universidad de Tecnología de Delft realizado en 2009 arrojó luz sobre este misterio cotidiano. Los investigadores demostraron que caminar requiere un 12% más de energía metabólica. El gasto energético se dispara todavía más si intentamos mover los brazos de forma contraria a la natural, es decir, brazo y pierna del mismo lado hacia adelante al mismo tiempo. En ese caso, el esfuerzo adicional que debe hacer nuestro cuerpo aumenta hasta en un 26%, lo que demuestra que el patrón de movimiento cruzado es el más eficiente energéticamente.

Los investigadores demostraron que caminar requiere un 12% más de energía metabólica.
El balanceo actúa como contrapeso natural
La razón de este ahorro energético reside en la física de nuestro movimiento. Alfred López ha explicado que el balanceo de los brazos actúa como un contrapeso natural al movimiento de las piernas. Cuando avanzamos una pierna, nuestro cuerpo tiende a girar ligeramente sobre su eje vertical. Para contrarrestar esta torsión y mantener la estabilidad, el brazo contrario se mueve hacia adelante, suavizando la marcha, reduciendo el giro del torso y, en consecuencia, disminuyendo la carga sobre los músculos y las articulaciones de la parte inferior del cuerpo. Sin este braceo, los músculos del tronco tendrían que trabajar mucho más para mantenernos erguidos y en equilibrio, lo que implicaría un mayor consumo de energía.

Algunos científicos han especulado con la posibilidad de que sea una herencia evolutiva de nuestros antepasados cuadrúpedos
Herencia evolutiva o eficiencia pura
Existen diversas teorías que han intentado explicar el origen de este comportamiento. Algunos científicos han especulado con la posibilidad de que sea una herencia evolutiva de nuestros antepasados cuadrúpedos, un vestigio de la época en que nuestros brazos también participaban activamente en la locomoción. Sin embargo, la explicación más aceptada actualmente proviene del campo de la biomecánica, que se centra en la eficiencia del movimiento. Según explica Alfred López, "mover los brazos al andar nos permite caminar de forma más eficiente y natural, ahorrando energía y mejorando el equilibrio sin que tengamos que pensar en ello". Es, por tanto, una solución óptima que nuestro cuerpo ha adoptado para perfeccionar el bipedismo.
Mover los brazos al andar nos permite caminar de forma más eficiente y natural, ahorrando energía y mejorando el equilibrio sin que tengamos que pensar en ello.
Un gesto que nos define como bípedos
La automaticidad de este gesto es tan profunda que se necesita un esfuerzo consciente para alterarlo. Este hecho se ha observado en el ámbito militar, donde a los soldados les cuesta coordinar el braceo durante los desfiles para que sea uniforme y siga una cadencia impuesta, ya que interfiere con el movimiento natural e instintivo de cada individuo. Este simple acto de mover los brazos es un recordatorio constante de la increíble ingeniería del cuerpo humano, una máquina diseñada para moverse con la máxima eficiencia y el mínimo esfuerzo. Cada paso que damos es una sinfonía de movimientos coordinados en la que los brazos juegan un papel protagonista y silencioso, garantizando que nuestro viaje, ya sea corto o largo, sea lo más estable y económico posible desde el punto de vista energético. La próxima vez que camines, quizás valores de otra manera ese vaivén rítmico que te acompaña a cada paso.
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.