El obispo de Ávila alerta sobre la precariedad laboral juvenil en la provincia en el Día de los Trabajadores

Obispo de Ávila

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Auxi Rueda

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Con motivo del Día Internacional de los Trabajadores y la festividad de San José Obrero, el obispo de Ávila, Mons. Jesús Rico, ha dirigido un mensaje a la comunidad diocesana en el que expresa su preocupación por la difícil situación laboral que atraviesan los jóvenes de la provincia. En su carta, publicada con motivo del Jubileo de los Trabajadores, que se celebra también este 1 de mayo, el prelado denuncia el alto desempleo juvenil, la precariedad, la emigración forzosa y los desplazamientos diarios a Madrid como factores que «lastran las esperanzas de desarrollo» de Ávila.

Apoyándose en el manifiesto de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente, Rico subraya que “el trabajo decente es un derecho, no un privilegio” y llama a toda la Iglesia local a alzar la voz ante las injusticias laborales. “No se trata de fríos números, sino de la vida y los sueños de nuestros jóvenes”, afirma, instando a los cristianos y a los poderes públicos a trabajar por una sociedad más justa, con oportunidades reales para las nuevas generaciones.

Este es el texto completo:

«Trabajo decente: derecho, no privilegio»

El 1 de mayo es una fecha muy significativa para los trabajadores: es, desde 1889, el Día Internacional de los Trabajadores. Asimismo, a partir de 1955, por iniciativa del Papa Pío XII, la Iglesia Católica celebra este mismo día la fiesta de San José Obrero. Esta es también la jornada elegida para celebrar el Jubileo de los Trabajadores en este año 2025, año en el que el recientemente fallecido Papa Francisco ha convocado al pueblo de Dios a celebrar un nuevo jubileo, invitándonos a ser “Peregrinos de esperanza”.

Por todo esto, quiero dirigirme a la comunidad eclesial diocesana, a la sociedad abulense y, especialmente, a los trabajadores. En primer lugar, para manifestaros mi más calurosa felicitación. Y, además, para compartir con todos algunas preocupaciones relativas a la situación laboral de Ávila y su provincia. No obstante, esta materia es muy amploa, por lo que en esta ocasión quiero centrarme, como lo hace la campaña de la Iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD), en la difícil situación de los jóvenes. En efecto, con la divisa “Trabajo decente: derecho, no privilegio”, ITD reclama nuestra atención sobre una problemática que siembra de incertidumbre vital e hipoteca la esperanza de una mayoría de nuestros jóvenes: la precariedad laboral. Así, dice ITD en su manifiesto: “Hoy las personas jóvenes viven en un contexto social muy distinto en comparación con las generaciones pasadas. Empiezan a trabajar más tarde de lo que era normal, debido a las exigencias del mercado laboral, que demanda hiperformación y experiencia previa. A esto se suman los prejuicios sociales que les encasillan como una generación inconstante, poco comprometida e irresponsable, sin pensar en todos los problemas a los que se enfrentan. Al mismo tiempo, el cambio en la realidad económica ha hecho que trabajar ya no sea garantía de independencia. Según datos del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España de 2025, una persona joven tendría que destinar el 102,3% de su salario para poder alquilar una vivienda en solitario. La falta de estabilidad laboral limita la capacidad de la juventud de imaginarse un futuro digno. La imposibilidad de acceder a empleos estables y con derechos consolida un modelo en el que la precariedad se convierte en lo normativo, afectando la salud mental y emocional de toda una generación. En este contexto, la incertidumbre se instala en la vida cotidiana, erosionando la esperanza y haciendo que el acceso a un trabajo decente parezca un privilegio difícil de alcanzar”.

Como destaca la Bula “Spes non Confundit”, con la que se convocaba este Jubileo de 2025: “Cuando no sabes si mañana vas a poder dar de comer a tus hijos, o si lo que estás estudiando te permitirá tener un trabajo digno, es fácil caer en el desánimo. ¿Dónde buscar la esperanza?”

En nuestra provincia, además de lo ya dicho, algunas circunstancias específicas marcan negativamente la vida y las expectativas laborales de la juventud abulense: desempleo juvenil, oferta (sobre todo) de empleos poco cualificados y con bajos salarios, éxodo de muchos jóvenes que se ven obligados a dejar Ávila para poder trabajar, y desplazamiento diario de un número significativo de trabajadores fuera de la provincia (sobre todo a Madrid), con lo que esto supone tanto en lo económico como en lo personal. Según datos recientemente publicados, el paro juvenil registrado en menores de 25 años en nuestra provincia ascendía en febrero a 9007 personas, y entre trabajadores de 16 a 19 años era del 18,6%. Por otra parte, uno de cada cuatro trabajadores abulenses trabaja como camarero (el 15%) o como peón en la industria manufacturera (el 12%). Aunque estos últimos datos se refieren al total de trabajadores de la provincia, es evidente que muchos de ellos son jóvenes. Respecto a la emigración de trabajadores a otras provincias y a los desplazamientos interprovinciales diarios para trabajar, los siguientes datos arrojan alguna luz para el pasado 2024: por los 30.936 contratos laborales firmados por trabajadores abulenses para trabajar en la provincia, hubo 11.867 abulenses que tuvieron que salir a trabajar fuera, y casi la mitad de ellos a Madrid. El perfil predominante entre estos últimos es el de varones de entre 30 y 45 años, con estudios superiores. 

Las conclusiones que podemos extraer de estos datos parecen claras: un cóctel de empleos poco cualificados, con salarios bajos, permanente emigración laboral de los mejor preparados, agotadores desplazamientos diarios a provincias limítrofes (casi la mitad a Madrid) con comunicaciones francamente deficientes (tren, peaje, etc), y un paro juvenil que, a pesar de verse reducido por la emigración, no baja para algunos rangos de edad de casi una quinta parte de la población activa. Todo esto configura un panorama que lastra las esperanzas de desarrollo de nuestra provincia. Pues no olvidemos que se trata de la vida de nuestros jóvenes y de sus sueños. no de fríos números o de estadísticas. Todo ello exige de los poderes públicos unos cambios que devuelvan la esperanza a la juventud abulense de poder vivir y prosperar en la tierra que les vio nacer.

Las parábolas máximas del Nuevo Testamento (el buen samaritano, la oveja perdida, el padre del hijo pródigo) son relatos, definiciones de Dios que busca al hombre, bajando hasta donde está, caído y maltratado, que le espera como espera siempre un padre a su hijo. Por eso, la referencia al amor al prójimo y al servicio de los débiles ha sido considerado siempre criterio por excelencia de una actitud auténticamente cristiana y de toda experiencia de Dios.

Por nuestra parte, como Iglesia diocesana de Ávila, debemos “dar voz a los problemas que vive la juventud” ante “la precariedad laboral, la falta de acceso a la vivienda o la problemática para conseguir estabilidad vital o emocional”, como apunta el manifiesto de ITD para este 1 de mayo. Por eso, llamo a todos los cristianos abulenses, y especialmente a los laicos inmersos en la realidad económica y sociolaboral, a un renovado compromiso por los derechos de los trabajadores, la justicia social y el bien común, como nos pide la Doctrina Social de la Iglesia.

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