La Festividad en honor a San Sebastián de Madridejos, declarada “Fiesta de Interés Turístico Regional”

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Madrid - Publicado el - Actualizado
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El Gobierno de Castilla-La Mancha, a través de la Dirección General de Turismo de la Consejería de Economía, Empresas y Empleo, ha aprobado hoy la resolución por la que se declara como Fiesta de Interés Turístico Regional la Fiesta en Honor de San Sebastián, patrono de Madridejos.

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Esta declaración supone reconocer la entidad de un festejo que abordan todos los años con cariño y devoción todos los madridejenses por la figura de su patrón. Una fiesta que se celebra cada 20 de enero.
Este año, con motivo de la crisis sanitaria, Madridejos no podrá celebrar con normalidad la fiesta, "pero estamos seguros de que la responsabilidad individual de todos nuestros vecinos, unida a la esperanza que el avance de la campaña de vacunación supone para todos, nos hará pronto volver a disfrutar de esta celebración. Hasta entonces, volvemos apelar, también en una fecha como hoy, al cumplimiento de las normas y restricciones sanitarias, para ayudar a frenar la expansión del virus".
Desde el Ayuntamiento de Madridejos agradecen la implicación y el apoyo del Gobierno de Castilla-La Mancha, "evidenciado en la declaración de la Fiesta de Interés Turístico Regional de nuestra Fiesta en Honor a San Sebastián, que estrenaremos por todo lo alto el próximo año".
FESTIVIDAD DE SAN SEBASTIÁN EN MADRIDEJOS
La tradición popular sitúa el origen de San Sebastián como patrón de Madridejos por el S.XVI, porque los madridejenses se encomendaron a él en una oleada de peste.
En la relación histórico geográfica-estadística que mandó realizar Felipe II en el año 1575 hace una relación de ermitas de Madridejos, entre ellas la de San Sebastián. Ésta ermita sigue vigente en el Catastro del Marques de la Ensenada.
Aquella ermita estaba construida de este a oeste. Era por donde entraban los muertos antes de enterrarlos en el cementerio. Allí se daba el último responso.
Dicha ermita quedó aislada al quitar los restos del cementerio a mediados del S.XX y al ser muy vieja consideraron que era mejor tirarla y hacer otra nueva. La construcción de la nueva se hizo a costa de los vecinos y de varias peticiones que se hicieron en el pueblo en los años 80.
El día de la víspera se realizaba una gran hoguera en la misma explanada del cerro, posteriormente se trasladó al arroyuelo. Parte de los haces de leña lo ponían los pastores. En la actualidad se encarga el Ayuntamiento.
También en la víspera se realiza el tradicional toro de fuego, antes eran dos hombres cubiertos con una lona negra y, el primero con unos cuernos lanzando petardos y cohetes por toda la plaza. Ahora es un sistema más seguro para el que porta la carcasa pero, los nuevos sistemas pirotécnicos permiten que la coraza contenga más material explosivo.
Esa misma noche, en la plaza, se coloca la tradicional cucaña, donde en el extremo superior del palo enjabonado se colocan naranjas en conmemoración del naranjo donde fue asaeteado el santo.
Ya el día 20 se realiza la procesión desde la Parroquia hasta su ermita, lo solían portar los “quintos” que realizaban el servicio militar en ese año. Los mozos que iban a tallar en ese año salían por la calle cantando y, a veces sus cantos eran un poco insultantes, referidos a las autoridades, mujeres solteras que se habían quedado embarazadas, “carnudos” etc… costumbre que se tuvo que quitar después de la Guerra Civil, al igual que la tradición de echar naranjas por delante del Santo que, en muchas ocasiones dañaban a los soldados y a la imagen.
Hoy en día, por la profesionalización del ejército salen los que deberían ser por su edad, pero cada vez hay más reticencia para ello.
Desde hace muchos años, se suele invitar a algún batallón del ejército para acompañar a los pocos jóvenes de la localidad que van saliendo a desfilar, lo que hace una procesión muy vistosa.
Otra tradición es que en San Sebastián es el día de “echar el ojo”, es decir, buscar novio o novia. Antiguamente, esta idea de “echar el ojo” era real, ya que los mozos echaban un ojo de algún animal que habían matado esos días y lo metían en los mandiles de las mozas y así ella sabía que él la cortejaba.