Santi Flores pregona la Feria mostrando el gran feriante que lleva dentro
Una abarrotada plaza del Altozano escuchó con atención el discurso del artista albaceteño

Albacete - Publicado el
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El artista albaceteño Santi Flores dio el pistoletazo de salida a la Feria de Albacete con un pregón que fue mucho más que un discurso: fue una declaración de amor a su ciudad, a sus raíces y a la Feria que, según él, marca el calendario emocional de todos los albaceteños.
“Esta noche no hablo como pregonero, sino como feriante”, proclamó Flores ante una multitud entregada. Con emoción y cercanía, recordó a sus padres, Jesús y la Nenusa, que llegaron en los años 60 desde Casas de Lázaro para buscarse la vida en Albacete, contribuyendo al crecimiento de la ciudad y de su feria. “Vinieron con la intención de formar una familia y salir adelante, como tantos otros. Y lo lograron”, dijo, visiblemente emocionado.
El pregón fue un recorrido por la memoria colectiva de la feria: desde los refajos artesanales que se confeccionan en su pueblo natal, hasta los sabores que definen la identidad albaceteña —los Miguelitos de La Roda, las berenjenas de Almagro, el vino de Villarrobledo— todo tiene un lugar en esta celebración que, según Flores, “no entiende de solsticios ni equinoccios: aquí el año empieza y acaba con la feria”.
Con humor y cercanía, relató sus vivencias como músico, feriante, trabajador de los redondeles y hasta ganador de un concurso de karaoke en los años 90 imitando a Raphael. “Menos mal que no existía TikTok”, bromeó.
El artista también destacó la importancia de la Feria como motor económico y cultural, y agradeció a los artesanos, músicos y poetas que participaron en su iniciativa de unir arte y feria en los arcos de los redondeles. “Queríamos crear un espacio especial, sin pretensiones, pero con mucho corazón”.
Flores dejó una reflexión que resonó entre los asistentes: “No hay feria mala, hay unas buenas y otras mejores. Y todas tienen ese sabor especial que solo Albacete sabe dar”.
El pregón continuó con una emotiva segunda parte en la que el pregonero compartió recuerdos personales, reflexiones sobre la evolución de la feria y un homenaje a la identidad humilde y acogedora de los albaceteños.
Aunque este año no pudo repetir su iniciativa artística en los redondeles por motivos laborales, Flores aseguró que volverá a intentarlo en futuras ediciones: “Está guay tener esas cosas en los redondeles”, dijo con entusiasmo.
El pregón se tornó nostálgico cuando el artista habló de su infancia. “Mi Feria empieza ya cuando era adolescente”, confesó, recordando cómo antes los paseos por la Feria eran eso, simples paseos, sin grandes gastos ni atracciones. “Ahora te recorres el paseo y acabas con 50 euros menos y una planta”, bromeó.
Uno de los recuerdos más vívidos fue el de un puesto exótico regentado por una familia asiática, que vendía batas de seda y fascinaba al joven Santi por su diferencia cultural. “En los años 70 y 80, en mi barrio solo había una persona de color, Gregorio, que trabajaba en la Maestranza. Todo lo que llegaba distinto a Albacete me parecía fantástico, como me sigue pareciendo”, expresó, celebrando la diversidad que hoy caracteriza a la feria.

Manuel Serrano, alcalde, desde el balcón
Flores también hizo una llamada a la memoria colectiva: “Recordemos cuando la feria éramos nosotros entre semana y los de los pueblos los fines de semana”. Reconoció el crecimiento de la feria como atractivo turístico, pero reivindicó el carácter sencillo y hospitalario de los albaceteños: “No somos fanfarrones, aunque podríamos serlo, porque tenemos la mejor feria del mundo”.
Con humor y emoción, imaginó su vejez contando batallitas en un banco: “Yo fui pregonero en el 25”, dijo entre risas. Aunque no recibió invitaciones ni copas gratis por su papel, aseguró que el orgullo de representar a su ciudad fue más que suficiente.
El pregón culminó con un grito que resonó en el corazón de todos los presentes: “¡Viva la Virgen de los Llanos! ¡Viva la Feria de Albacete! ¡Viva el Llano!”

En la escalinata, junto a los Manchegos de la Feria 2025 y la corporación