Ángel Román anima a construir una Iglesia que palpite con el corazón de la gente
En el 75 aniversario de la Diócesis de Albacete, el obispo presidió una Eucaristía que llenó la Catedral y en la que volvió a evidenciar su cercanía y la claridad de su mensaje

Don Ángel Román, obispo de Albacete
Albacete - Publicado el
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El primer obispo de Albacete, Arturor Tabera y Araoz, tomaba posesión de la recién creada diócesis de Albacete, un 3 de septiembre de 1950. 75 años después, la Catedral de Albacete ha celebrado tan redondo aniversario con una Eucaristía de Acción de Gracias en la que el templo se ha llenado de fieles de toda la provincia.
Másde medio centenar de sacerdotes han acompañado a esta celebración, destacando la presencia de los obispos de Albacete de los últimos 45 años. Junto al actual, Ángel Román, también asistieron Ángel Fernández, Ciriaco Benavente, Francisco Cases y Victorio Oliver.
Destacamos también la presencia de los obispos de la provincia Eclesiástica de Toledo, José María Yanguas, de Cuenca, y Julián Ruiz, de Sigüenza-Guadalajara, así como el de Alcalá de Henares, Antonio Prieto Lucena.
HOMILÍA
En una misa cargada de emoción, historia y esperanza, Ángel Román, obispo de Albacete, ofreció una homilía profundamente humana y espiritual con motivo de este 75 aniversario. Recién llegado a su cargo, se presentó ante los fieles con humildad y gratitud, reconociendo el privilegio de formar parte de una Iglesia viva que ha sido forjada por décadas de entrega, evangelización y comunión.

Catedral abarrotada en Albacete
Don Ángel recordó que la diócesis fue erigida el 2 de noviembre de 1949, curiosamente el Día de los Difuntos, lo que interpretó como un signo de esperanza en la resurrección. “Qué bien que sea día de difuntos”, dijo, “porque nosotros llevamos la vida”. A través de un recorrido histórico, mencionó cómo el territorio diocesano se fue conformando poco a poco, integrando zonas de Cartagena, Alicante y Cuenca, hasta consolidarse como una sola provincia eclesiástica en 1994, dentro de la provincia de Toledo.
El obispo destacó la riqueza espiritual de Albacete, una provincia que, aunque sencilla en forma, está “llena de riquezas”. No se refería a bienes materiales, sino a la vida entregada por tantos laicos, sacerdotes y consagrados que han hecho de la diócesis un lugar de acogida, misericordia y servicio. “La riqueza a veces hay que buscarla”, afirmó, evocando el pesebre de Belén y la cruz de Cristo como ejemplos de tesoros escondidos.
Uno de los ejes de su mensaje fue la responsabilidad de continuar la misión evangelizadora. “Dios no nos crea para morir, nos crea para vivir y para vivir para siempre”, proclamó. Desde esa certeza, invitó a los presentes a mirar al futuro con esperanza, sabiendo que la tarea no es fácil, pero que en la dificultad se multiplican las oportunidades para crecer, unirnos y dar testimonio.

Don Francisco Cases y don Ciriaco Benavente
La homilía culminó con una invitación a salir de la celebración “con ganas de dar vida”, de servir, de transformar el mundo desde la fe y la alegría. “No somos nosotros los protagonistas”, recordó, “las medallas son para Dios y para la gloria de los hermanos”. Con un tono cercano y emotivo, pidió mirar al que tenemos al lado y dar gracias por su presencia, reconociendo que todos, desde nuestras diferencias, somos hijos de Dios llamados a caminar juntos.
Este aniversario no fue solo una conmemoración histórica, sino una llamada a vivir con más intensidad la fe, a reconocer la riqueza de lo sencillo y a construir una Iglesia que sigue palpitando con el corazón de su gente.