El estudio que despeja una duda clave sobre la población mayor de Cantabria: "No es verdad lo que dicen"
Un informe revela un perfil diverso de la población mayor, con más autonomía de la que solemos imaginar y nuevas inquietudes en formación y vida social

UNATe ha elaborado un estudio sobre la población
Santander - Publicado el
3 min lectura
Cantabria es una de las comunidades más envejecidas de España y los números lo confirman. Según el Instituto Nacional de Estadística, en 2024 había 187 mayores de 65 años por cada 100 menores de 16, situando a nuestra región en el cuarto puesto del índice de envejecimiento. Una proporción que habla por sí sola.
Pero detrás de estas cifras hay personas, historias y realidades muy diversas. Para conocerlas, la Universidad Permanente de Cantabria (Unate), a través de su grupo social, ha elaborado un estudio que dibuja el perfil de nuestros mayores y desmonta algunos tópicos.
Más mujeres, más autonomía
El primer dato que llama la atención es que la vejez está feminizada. La mayoría de personas mayores en Cantabria son mujeres y se concentran principalmente en los grandes municipios: el 65% vive en localidades de más de 10.000 habitantes. En cambio, solo un 9% reside en municipios rurales de menos de 2.000 habitantes, lo que refleja un fuerte contraste entre lo urbano y lo rural.
El estudio también rompe con el mito del mayor dependiente. Solo un 11% de los cántabros mayores ha solicitado reconocimiento de dependencia. Eso significa que casi 9 de cada 10 mantienen autonomía para gestionar su vida y tomar decisiones, lo que da una imagen muy distinta a la que muchas veces se tiene en el imaginario colectivo.

Una pareja de ancianos paseando por un parque
Este dato es clave porque permite orientar las políticas públicas hacia un enfoque más realista: pensar en los mayores como ciudadanos activos, con capacidad de aportar y de seguir aprendiendo, más que como un grupo homogéneo que necesita cuidados.
Formación, salud y preocupaciones
El informe de Unate muestra también un cambio generacional importante. Cada vez hay más personas mayores con estudios superiores, incluso másteres y doctorados en el tramo de 65 a 75 años. Aún quedan 35.000 cántabros que en su día tuvieron que abandonar los estudios por motivos económicos, pero hoy la media educativa es más alta que nunca.
En cuanto a la salud, la percepción es bastante positiva: un 45% de los mayores considera que su estado es bueno o muy bueno, frente a un 39% que lo valora como regular y solo un 13% que dice tener una salud mala o muy mala. Eso sí, las mujeres reconocen vivir con más problemas de salud que los hombres, un reflejo de las desigualdades acumuladas a lo largo de la vida.
Lo más llamativo es que la principal preocupación de los mayores no es la salud, sino la economía. En Cantabria hay 90.000 personas que cobran una pensión de jubilación, pero también 35.000 —en su mayoría mujeres— que dependen de la pensión de viudedad, por debajo del salario mínimo. Esta situación condiciona la vida diaria y se relaciona directamente con la soledad no deseada: si no tienes recursos, es más difícil mantener una vida social activa.

Una anciana junto a una joven
El estudio advierte de que se habla mucho de soledad en la tercera edad, pero faltan datos fiables. Unate calcula que hasta un 30% de las mujeres mayores podría sentirse sola, aunque no siempre de manera negativa. La clave, subrayan, está en factores como la vivienda, la red social, el acceso a recursos públicos y la situación económica.
El reto, según Unate, es claro: contar con información de calidad, con perspectiva de género y atendiendo a la realidad rural, para diseñar políticas públicas efectivas. Porque si no, se corre el riesgo de legislar desde los prejuicios.
Cantabria envejece, sí, pero lo hace con un perfil de mayores más activo, más diverso y con nuevas inquietudes. Una generación que, lejos de ser un problema, es también una parte esencial del presente y del futuro de la comunidad.