Mamá Loli, la mujer que cambia la vida de los inmigrantes a través del respeto, la educación y los valores
Recomienda a los jóvenes inmigrantes "que no pierdan la segunda oportunidad que les da la vida"

Mama Loli con Ibrahim y Kaly
Gran Canaria - Publicado el
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Historia de valor, de esperanza, de actitud ante la vida, historia de respeto, de integración, la historia de Kaly, es una historia de valores. “La vida te da una nueva oportunidad cuando emigras y llegas a otro país”, aseguraba el maliense que con 14 años salió de su país y tras atravesar el desierto de Mauritania durante 30 días, llegó a la costa y a partir de aquí se embarcó en una patera para cruzar durante 4 días alta mar hasta llegar a Gran Canaria, esto ocurrió hace 20 años y hoy Kaly es propietario de dos fruterías en el sureste de la isla.
“Hubo una persona que me ayudó, tanto a mí como a otros compañeros, la llamamos Mamá Loli”, la mujer decidió abrir las puertas de su casa, de su corazón, para ayudar a los jóvenes que llegaron en patera a la isla.
Estaban "hechos polvo"
Mama loli recuerda lo sucedido: “trabajaba como integradora social y nos avisaron que iba a llegar una patera, cuando los vimos estaban muy flaquitos, hechos polvo”, recuerda que “a partir de aquí empezamos a construir este niño tan maravilloso como es Kaly y otros”, reconoce que “algunos se fueron a Francia, pero sigo teniendo contacto con ellos.”
Yo les daba clases en español, les explicaba lo que se puede o no hacer
Para Mamá Loly, aquellos chicos no fueron simples alumnos ni un expediente más. Fueron parte de su vida: “Ellos para mí representaron mucho... y yo para ellos”, y Kaly es el ejemplo de que se puede aprender el idioma, se puede respetar las normas, se puede integrar: “Yo les daba clases en español, les explicaba lo que se puede o no hacer”
Entre muchas anécdotas que conserva hay una que siempre recuerda con cariño: “Un día los llevé a Carrefour y le dije al guardia que iba a coger un artículo, al salir, sonó la alarma y les dije, ¿Ven? Esto es lo que no hay que hacer". Así aprendían, con ejemplos y humor.
era su madre
Loly no solo enseñó valores, respeto y convivencia: “Nunca tuve una falta de respeto, me los llevaba de paseo, los ayudaba a llamar a su familia”, su estrategia era la misma que la de una madre de familia: “les daba una paga y si no lograban sus objetivos no le daba el dinero, si lo conseguía incluso les hacía un regalo”. Reconoce emocionada.
Ellos dejaron una huella imborrable en mí
Lo más complicado fue aprender el idioma, “pero con paciencia y buenas prácticas se consigue”. “Ellos dejaron una huella imborrable en mí, tanto Kaly como Mousa como tantos otros... cuando los veo me engancho a ellos, son mis hijos y yo su madre”.
La educadora confiesa que esa etapa “me dio la vida ver cómo se ha hecho un hombre humilde, trabajador, buena persona, me emociona, me llena de orgullo”.
a los chicos de hoy les digo que deben aprovechar la oportunidad
Mamá Loli, con su mirada sabia y serena, también observa los cambios de hoy con cierta preocupación. “Antes los chicos eran humildes, venían con ganas de aprender y aprovechar la oportunidad. Ahora algunas cosas que escucho me dan mucha pena. Yo les diría que aprovechen esta segunda oportunidad, que no se desvíen del camino, se van a tropezar, pero tiene que levantarse y seguir en línea recta, si lo hacen lo lograrán”.
“Nosotros, los canarios, somos gente muy abierta, muy solidaria; cuando uno da sin esperar nada, la vida te lo devuelve
Su mensaje final es claro, sencillo y profundamente humano. “Nosotros, los canarios, somos gente muy abierta, muy solidaria; cuando uno da sin esperar nada, la vida te lo devuelve”. Reconoce.
La historia de Mamá Loli y Kaly no es solo la de una educadora y un niño inmigrante. Es la historia de una amistad que derribó barreras, de una segunda oportunidad que se construyó con respeto, esfuerzo, cariño y el poder de la empatía