Enrique Pérez Campoamor, historiador, relata el oficio mejor pagado en Asturias que desaparece: "Pagaban el doble que a los obreros textiles de Cataluña"

El historiador Enrique Pérez Campoamor explica en COPE cómo era el trabajo de una profesión extinguida

Vista de la costa asturiana desde San Esteban de Pravia
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COPE Asturias

Vista de la costa asturiana desde San Esteban de Pravia

Inmaculada Rivas

Oviedo - Publicado el - Actualizado

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Los quince faros que recorren la costa de Asturias siguen activos, pero ya no hay nadie en su interior. La figura del farero ha desaparecido en la región, un oficio que se ha extinguido por completo tras la automatización de estas emblemáticas construcciones. Así lo explica el historiador y descendiente de fareros Enrique Pérez Campoamor. Uno de sus antepasados fue José María Pérez Campoamor que nació a principios del siglo XIX en A Ponte da Ferreira, un pequeño lugar de Miudes (El Franco) y llegó a trabajar en algunos de los faros más importantes del país como la coruñesa Torre de Hércules.

Enrique Pérez Campoamor junto a uno de los faros asturianos

E.P.C.

Enrique Pérez Campoamor junto a uno de los faros asturianos

Una vida de sacrificios

Antiguamente, la vida de un farero era “durísima, de 365 días al año, de lunes a domingo, sin vacaciones de ningún tipo”, describe Pérez Campoamor. El historiador llega a calificarla como “prácticamente una cárcel”, donde los únicos descansos llegaban con el traslado a otro faro o por enfermedad, según ha explicado en COPE Asturias.

Era prácticamente una cárcel"

Enrique Pérez Campoamor

Historiador y descendiente de farero

Faro en la entrada al puerto de Avilés

EFE/Alberto Morante

Faro en la entrada al puerto de Avilés

Las jornadas de trabajo se extendían desde las siete de la tarde hasta el mediodía del día siguiente y el faro nunca podía quedarse vacío. A pesar de las “horribles” condiciones de vida, el puesto estaba considerado como un chollo, ya que ser funcionario garantizaba un trabajo para toda la vida y un salario que permitía sobrevivir.

El fin de una era

A finales del siglo XIX, el sueldo de un farero de primera podía alcanzar las 1.500 pesetas anuales, el doble de lo que cobraba uno de los obreros mejor pagados de la época. Sin embargo, esta profesión es ya historia. Es “el único cuerpo de funcionarios que se ha extinguido en toda la historia de España”, señala Pérez Campoamor. Desde 1993 no se convocan oposiciones y no se espera que vuelvan a hacerlo.

Es el único cuerpo de funcionarios que se ha extinguido en toda la historia de España"

Enrique Pérez Campoamor

Historiador y descendiente de farero

Las olas rompen junto al faro de San Esteban de Pravia

EFE / Eloy Alonso

Las olas rompen junto al faro de San Esteban de Pravia

Aunque en el resto de España todavía resisten algunos fareros en islas perdidas o en lugares donde no se ha podido electrificar, su relevo no está garantizado. “Cuando se jubilen, se acabó”, sentencia el historiador.

El futuro de los gigantes de la costa

Sobre el porvenir de estas construcciones, Pérez Campoamor cree que pasa por darles un aprovechamiento útil para la sociedad. Algunos ya se están reconvirtiendo, como el faro de Cudillero, que funciona como hotel, o el de Tapia, que será un alojamiento para artistas. A pesar de que fue “el edificio tecnológico más avanzado del siglo XIX”, hoy el GPS y los radiofaros le han restado importancia.

Aunque el “aire romántico” que los rodea persiste, su futuro no es alentador. “Yo le auguro, a medio plazo, un mal futuro a los faros”, concluye el experto.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.

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