El verano aragonés de los niños saharauis: "Me encantan las fiestas del pueblo"
El programa 'Vacaciones en paz' cumple 30 años trayendo a la comunidad a menores procedentes de los campos de refugiados de Tinduf, en Argelia

Así es el verano aragonés de los niños y niñas saharauis
Zaragoza - Publicado el - Actualizado
6 min lectura
Ya están aquí. Los niños y niñas saharauis del programa 'Vacaciones en Paz' han llegado a Aragón. Han venido 127, en un vuelo chárter. Lo han hecho más tarde que otros años por problemas burocráticos en Argelia.
Les espera un verano diferente, con sus familias de acogida, "lejos de las duras y precarias condiciones de los campos de refugiados, donde soportan temperaturas de más de 50 grados", señala el coordinador del proyecto, Oriol Gavín.
El programa arrancó en 1995, así que este verano cumple 30 años. Los chavales que vienen tienen entre 8 y 12 años, aunque este año el niño más pequeño tiene ya 9. Van a estar aquí hasta el 25 de agosto.
Vienen a toda España, en realidad. Son 3.300 niños procedentes de los campos de refugiados de Tinduf, en Argelia. Aquí en Aragón, la iniciativa está coordinada por la ONG Arapaz-MPDL Aragón, junto a Umdraiga, Alouda (Amigos del Pueblo Saharaui del Alto Aragón), Lestfta (Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en Teruel).

Un niño saharaui durante la recepción en el Ayuntamiento de Zaragoza
"Ojalá no tuviéramos que hacerlo y el pueblo saharaui pudiera decidir su futuro pero, entretanto, queremos que los niños puedan pasar un verano diferente, beneficiarse del sistema aragonés de salud y sensibilizar a las familias de aquí sobre la causa saharaui", apunta Gavín.
Para ellos es una oportunidad de disfrutar. Cada tarde van a la piscina, uno de sus pasatiempos favoritos. "Me gusta jugar con mis amigas en la piscina y en la playa", asegura Mona. "Es un buen verano", corrobora Galia. Sonia asegura, además, que aquí hace amigos con los que luego se escribe el resto del año. Mientras, Mohamed suma las "hambuguesas" a la ecuación playa-piscina.
Aquí van a comer bien, con alimentos frescos, pasando revisiones médicas que allí no tienen. Precisamente por esa alimentación deficiente y las condiciones tan precarias en las que viven, sufren patologías, sobre todo en vista y oído. Así nos lo ha explicado Gloria, una de las madres de acogida. "Las revisiones son lo más importante, los llevamos también al dentista y al otorrino porque muchos tienen arena en el oído", señala.
Además, los menores mejoran su nivel de español, que es el segundo idioma oficial que se enseña en las escuelas de los campamentos.
EXPERIENCIA "BONITA"
Todos coinciden en señalar que se trata de una experiencia "bonita", tanto para los niños como para los padres de acogida. Aquí se tejen relaciones muy especiales. En las familias a las que llegan muchas veces también hay niños. Así que se convierten en 'hermanos' durante un tiempo.
Es el caso de Alejandra, española; y Sophia, saharaui, que afrontan juntas su tercer verano. "Los dos primeros años discutíamos pero ahora nos llevamos mucho mejor, nos abrazamos mucho y escuchamos música, nos gusta el pop y Camilo", cuenta Alejandra. Sophia lo confirma y añade que también juegan juntas con muñecas y que le encanta "ir al pueblo porque hay fiestas".

Imagen de grupo de los menores saharauis
La madre de acogida en este caso es Olga Nicolás, que está encantada con la experiencia. "Es una labor muy bonita, en los campos de refugiados los niños pasan muchísimo calor y aquí tenemos piscina, la podemos llevara la playa y al pueblo, le encanta bailar en las fiestas", asegura.
Cada niño viene participa, como mucho, durante 4 veranos en el programa, hasta que cumplen los 12 años. De hecho, para Sophia es su último año. "Tengo muchas ganas de jugar con ella (Alejandra) porque no voy a verla más", nos cuenta con pena. Aunque asegura que le gustaría volver a España "cuando sea mayor".
Lo mismo le pasa a Saphia, que tiene 11 años, y que tampoco podrá repetir. Su hermana aragonesa de acogida, de la misma edad, también quiere exprimir a tope este verano. "Es el primer año que acogemos, a ella le gusta mucho ir con las bicis, jugamos a dibujar, para mí es una amiga más y, como es el último año, vamos a disfrutar al máximo", asegura.
EL PUEBLO COMO REFUGIO
Una de las opciones de veraneo preferidas de muchos de los niños y niñas saharuis que pasan estos meses en Aragón es disfrutar de los pueblos. Y si están en fiestas, mejor.
Fátima Galia, a la que todo el mundo como Nuna, asegura que le gusta ir al pueblo "porque es más tranquilo". Además, allí tiene una amiga, se llama Valentina con la que juega, va al parque y a la piscina. "Estoy feliz", afirma.
Nos dice que está feliz. Lo confirma también su madre de acogida, Gloria. "Somos de un pueblo pequeño, Santed, a ella le gusta mucho, está más libre, es feliz, en la calle conoce a todo el mundo y todos están encantados con ella", nos cuenta.

Algunos niños saharauis ya lucen la camiseta del Real Zaragoza
Gloria lleva 4 años acogiendo. Y no es una excepción. Las familias suelen repetir "en un 60 o 70% de los casos con el mismo niño", explica Gavín. "No queremos asustar, el compromiso es para un verano pero el vínculo que se crea es muy fuerte y al final la experiencia es positiva para todo el mundo", señala.
Otra de esas madres que repiten es Charo. Lleva desde 2018 en el programa y este año tiene a su tercera niña de acogida. "Es muy bonito y positivo, un verano diferente, la tratamos como una hija más, nos vamos de vacaciones, vemos a la familia, merendamos todos juntos y salimos por el barrio donde saluda a todos los vecinos, que ya la conocen", explica.
La peor parte llega, claro, cuando llega la hora de la despedida. "Es un momento triste, pero hay que mentalizarse de que vienen solo para el verano y que vuelven con su familia".
Eso sí, gracias las nuevas tecnologías, no pierden el contacto el resto del año. "Con el WhatsApp hacemos videollamadas constantes; en Navidad les enviamos regalos y ropa, en cuanto podamos, iremos a los campamentos de refugiados", relata.

NIñas saharauis y aragonesas comparten confidencias y juegos
Pero aún así, es inevitable "esa pena", como decía también Gloria. "El año pasado al final la niña iba contando los días, me quedan 6, me quedan 5... Yo pensaba 'no me digas eso porque significa que te vas', pero hay que entenderles", nos dice.
Y es que, tras este verano a la aragonesa, vuelven con sus familias, que se han quedado allí, en esos campos de refugiados de Tinduf, en Argelia. Algunos de los niños que vienen hoy son los hijos de aquellos primeros niños que el Programa 'Vacaciones en Paz' trajo aquí en los años 90.
Vinieron sin saber siquiera dónde estaba Zaragoza. Hoy son padres y saben que sus hijos vienen aquí a estar bien. Pero sigue siendo duro. "Siempre digo que son héroes, porque mandan a muchos kilómetros de distancia, no conocen a las familias, tratamos de ponernos siempre en su lugar", asegura el coordinador de 'Vacaciones en Paz'.
Las organizaciones empiezan a buscar a las familias de acogida ya en marzo. Se tiene en cuenta que en el núcleo familiar haya niños de edades similares y que los padres cuenten con tiempo suficiente para atenderles.