El pueblo fantasma del Pirineo que inspiró un mito literario: “El silencio aquí es diferente”

En lo alto de las montañas aragonesas existe un lugar abandonado hace más de medio siglo que aún sobrecoge a quienes se atreven a llegar hasta él

Ruinas en el pueblo de Ainielle

AYUNTAMIENTO DE BIESCAS

Ruinas en el pueblo de Ainielle

Paola Bandrés

Jaca - Publicado el

2 min lectura

El viento golpea las piedras como si quisiera arrancarles un secreto. Entre montañas cubiertas de niebla, se oculta un pueblo donde la vida se apagó en 1971. Las casas son ruinas carcomidas, la iglesia se alza sin tejado y la maleza ha tomado las calles. No hay vecinos, ni campanas, ni humo en las chimeneas. Solo queda un silencio tan intenso que parece tener voz propia. 

Ese silencio hubiera sepultado para siempre su nombre, pero una novela publicada en 1988 lo devolvió a la memoria colectiva. Una obra que imaginó al último vecino como un personaje de ficción, y que convirtió a aquel rincón olvidado en un mito literario y en un símbolo de la España vaciada.

cuando se cerró la última puerta  

Durante generaciones, aquel pueblo pirenaico resistió a la dureza del clima y al aislamiento. A comienzos del siglo XX llegó a tener 83 habitantes, repartidos en una docena de casas agrupadas en dos barrios. Allí se celebraban fiestas, se encendían hogueras y se cultivaba la tierra en terrazas imposibles. 

Pero el éxodo rural lo fue vaciando poco a poco. La dureza del Pirineo y las promesas de futuro en la ciudad marcaron el destino de sus vecinos. Finalmente, en 1971, se marchó el último, cerrando para siempre las puertas de la aldea.

La voz inventada que lo salvó del olvido 

Ese abandono real inspiró a Julio Llamazares para escribir La lluvia amarilla. En ella creó un narrador ficticio: un anciano que, en soledad, conversa con los fantasmas de su memoria mientras observa cómo se derrumba su pueblo. 

Ainielle

AYUNTAMIENTO DE BIESCAS

Ainielle

Ese narrador nunca existió, pero parecía real. En su voz se reconocían todos los que fueron quedándose solos en aldeas condenadas a desaparecer. La novela convirtió aquel pueblo anónimo en un símbolo universal de la soledad, la muerte y la memoria, rescatándolo del olvido.

Ainielle, el nombre tras el misterio  

Ese lugar es Ainielle, en la comarca del Alto Gállego (Huesca), situado a 1.355 metros de altitud en pleno valle de Sobrepuerto. Para llegar hasta él no hay carretera: solo un sendero de montaña que exige horas de caminata. 

Lo que aguarda al final del trayecto es un escenario que estremece. La iglesia sin tejado, las casas en ruinas y las calles invadidas por maleza componen un paisaje donde la realidad histórica y la ficción literaria parecen entrelazarse.

Quienes llegan hasta allí suelen coincidir: “El silencio aquí es diferente”. No es ausencia de ruido, sino presencia de memoria.

Ainielle

TURISMO ALTO GÁLLEGO

Ainielle

 El eco de la España vaciada  

Ainielle es hoy uno de los emblemas de la España vaciada, esa que perdió miles de pueblos durante el siglo XX. Pero a diferencia de otros, su nombre no se borró del todo: la literatura lo convirtió en un mito. 

Senderistas, curiosos y lectores llegan cada año hasta sus ruinas. No buscan un destino turístico, sino una experiencia emocional: enfrentarse al misterio de un pueblo fantasma y sentir que el tiempo, en lo alto del Pirineo, se detuvo para siempre.

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