
LAS DIVINAS PALABRAS DE ERNESTO MEDINA | 23 SEP 2025
Jaén - Publicado el
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Admitamos entre sus logros que ha incorporado una palabra al uso cotidiano del español. En ámbitos tan insospechados como los desengaños amorosos, el mercado laboral o el mismísimo fútbol se cuela la palabra de marras. Hasta que el personaje la popularizó, estaba en el diccionario sin que el común de los mortales recurriera a ella. Me incluyo entre quienes no la tenían incorporada a su léxico. Sigo sin hacerlo porque, aunque el término tiene origen latino, ha llegado a nuestro idioma a través del inglés. Según el diccionario de la Real Academia ¡resiliencia! tiene dos acepciones, a saber: capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado de situación adversos. También la capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido. No es, en consecuencia, lo mismo que resistencia, fortaleza aguante o entereza, por más que tengo para mí que Pedro Sánchez la utiliza en sentido equivocado a no ser que “lo de hacer de la necesidad virtud” lo tuviera asumido desde sus primeros pasos políticos.
El domingo Juan Carlos de la Casa y un servidor buscábamos transporte para bajar del pantano de Quiebrajano una vez habíamos concluido la carrera, en la que, dada la dureza del recorrido, fuimos resistentes y resilientes. Un matrimonio, pura amabilidad y simpatía, se ofreció a llevarnos hasta Jaén en su coche. La conversación se inició con los tópicos que venían al caso. El tiempo, el paisaje, la prueba en sí. Resultó -encantos de una capital de provincia- que teníamos conocidos comunes. Que su hijo y el mío habían sido compañeros en Acrobalia. En fin, como si llevásemos toda la vida juntos.
“Desde luego no nos han faltado temas de los que hablar” -comenté yo casi llegando a Jaén. La respuesta del conductor fue lapidaria, “siempre podríamos haber recurrido a Pedro Sánchez”. Con esa frase comprendí que el presidente de Gobierno está acabado. Que una persona que en el rato compartido se había manifestado educada y elegante se pronuncie de tal manera implica que la idea generalizada entre el pueblo soberano es que de Pedro Sánchez sólo se puede hablar mal. Convengamos en que el coche era suyo y no le íbamos a llevar la contraria, pero el aserto sonó como el tópico de qué calor hace en agosto.
Contra esa tendencia no se puede luchar. Se convierte en una verdad universal e imperecedera ante la cual no hay ni resistencia ni resiliencia que valga.
Palabras, divinas palabras