OPINIÓN

Ad Libitum con Javier Pereda. Hoy: Derbi

El partido de fútbol del domingo pasado entre los eternos rivales madrileños ha dejado un regusto amargo

Frente Atlético
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Javier Pereda 4 de octubre

Redacción COPE Jaén

Jaén - Publicado el

4 min lectura

Una vez más, el fútbol se erige en reflejo de la sociedad. Ortega asociaba la Fiesta Nacional con nuestro país: “La historia del toreo está ligada a España, tanto que, sin conocer la primera, resulta imposible comprender la segunda”. Algo parecido podría decirse del deporte de masas por excelencia, que, en cierta medida, representa la idiosincrasia de sectores sociales. A la vez, se percibe un contagio entre la polarización político-social y el ambiente en los campos de fútbol. El Atlético de Madrid es un club centenario con un atractivo especial. Recuerdo en la época de estudiante la admiración por José Eulogio Gárate, ingeniero industrial y un deportista educado; me fascinaba la garra del “pichichi” mexicano Hugo Sánchez y sus célebres volteretas tras marcar los goles; la defensa “leñera” formada por Capón, Panadero Díaz, Ovejero, Cabrero y Rubén Díaz, era continuo objeto de bromas entre los amigos de clase; los brillantes brasileños Leivinha y el patizambo Luis Pereira (el rubio y el moreno); y, por supuesto, Luis Aragonés, ratón Ayala, Futre… Cuento con muchos amigos seguidores de ese club, y cada año esperamos sus instructivos spots publicitarios que hacen atractivo al equipo colchonero, para ver con qué nos sorprenden. Todavía se recuerda la campaña publicitaria después de haber bajado a Segunda División: “Un añito en el infierno”; o “Papá por qué somos del Atleti”; o “Esta extraña conexión”, cuando en plena Guerra Civil española un republicano hace prisionero a un franquista; descubren sorprendidos que los dos son atléticos y recuerdan entusiasmados jugadas de memoria; antes que la división política e ideológica les unía una fuerte pasión, por lo que se despiden saludándose marcialmente al unísono con un: ¡Aúpa Atléti”. Pero, sin duda, el que más me emociona es la felicitación navideña del año pasado. Un taxista se detiene para auxiliar a una persona mayor, que está desorientado con manifiesto alzhéimer, en la fría noche madrileña. Después de encontrar la dirección de su familia, el conductor se dispone a llevarlo a su casa, e intenta entablar conversación durante el trayecto, con varias preguntas. El anciano no responde, hasta que le interpela: “¿Vio el partido del domingo?”. Entonces el octogenario, en un alarde de memoria, se emociona y comienza a hablar sin parar: “¡Menudos tres goles de Di Stéfano!”... El taxista rápidamente guarda el escudo “atlético” que llevaba colgado en el retrovisor. Y es que, moraleja: “Por encima del Atleti, están los valores del Atleti”. Al dejar al pasajero, sin cobrarle el trayecto, el buen samaritano vuelve a colocar el escudo en su lugar. Sencillamente genial. Esos son los valores que deberían inspirar a los equipos de fútbol. Lo opuesto a lo que ocurrió el domingo pasado. Entiendo la rivalidad de los colchoneros. El “Sabio de Hortaleza” arengaba en 2007 al vestuario rojiblanco con su peculiar lenguaje versallesco: “Lo que vale es que sois mejores, y que estoy hasta los huevos de perder con estos (los merengues)”. Debe causar cierta frustración perder las finales de la Champions en 2014 y 2016 contra el Real Madrid; con un balance de 15 trofeos a 0, del máximo galardón europeo. Antes de la noche de autos, los servicios de seguridad impidieron el espectáculo de acudir con máscaras al Metropolitano, para insultar impunemente al adversario. Especialmente a Vinicius, a quien todos intentan desestabilizar y provocar con silbidos, como ocurrió, porque siempre resulta desequilibrante; y también al portero Courtois, al que consideran traidor por cambiar de equipo. Antes de que el Real Madrid metiera el gol, los cánticos al cancerbero belga eran de juzgado de guardia. Celebrar el gol de tu equipo parece razonable. No hizo el gesto obsceno de Simeone en 2019, de asir ostentosamente con las manos sus partes pudendas, cuando jugaron contra la Juventus; ademán que repetía siendo jugador. Que no venga a reincidir, este líder que ha abducido al Atlético partido a partido, en la doctrina exculpatoria del violador por llevar la víctima minifalda. Atenuar la responsabilidad del Frente Atlético (tiene en su historial dos asesinatos) y justificar que han sido provocados, produce vergüenza. La misma que su negociación con esta banda criminal, y los aplausos al final del partido a este grupo neonazi. Del enemigo el consejo, y por eso le corean: ¡Cholo, quédate!      

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