Un aliado inesperado en la lucha contra una amenaza silenciosa para el olivar
La Xylella fastidiosa una de las mayores amenazas actuales para los cultivos mediterráneos | El brote detectado en 2013 arrasó miles de hectáreas de olivar

Hablamos con Enrique Quesada
Córdoba - Publicado el
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Un equipo de investigación de la Universidad de Córdoba ha encontrado en un hongo común del ecosistema del olivar un posible aliado para frenar el avance de Xylella fastidiosa, una de las mayores amenazas actuales para los cultivos mediterráneos. Esta bacteria, que afecta principalmente al olivo, almendro, vid y cítricos, no tiene cura y ha obligado a la Unión Europea a mantener desde 2013 un estricto sistema de cuarentenas y erradicaciones para contener su propagación.
El proyecto, que forma parte de la iniciativa europea Bexyl (Beyond Xylella), reúne a 31 equipos científicos de distintos países bajo la coordinación del Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC. En este contexto, el grupo de Entomología Agrícola de la Universidad de Córdoba, dirigido por Enrique Quesada, investiga una vía de control basada en microorganismos entomopatógenos, es decir, hongos capaces de infectar y matar insectos, que en este caso actúan como vectores de transmisión de la enfermedad.
“No estamos tratando de combatir la bacteria en sí, porque eso hoy por hoy no es posible, sino de reducir o eliminar a los insectos que la transmiten entre plantas”, explica Quesada. “Y lo hacemos aprovechando los propios recursos del ecosistema del olivar, buscando hongos en el suelo, en las hojas del cultivo y en las plantas que crecen de forma espontánea en torno a él”.
El enfoque no solo responde a una necesidad sanitaria, sino también ecológica y económica. Las medidas actuales de contención —como el arranque obligatorio de árboles infectados y la puesta en cuarentena de zonas enteras de cultivo— suponen un gran impacto para los agricultores. Además, los productos fitosanitarios convencionales no han demostrado eficacia una vez que la infección se establece, lo que obliga a buscar soluciones alternativas compatibles con las políticas del Pacto Verde Europeo y la nueva Política Agraria Común.
Una de las claves del proyecto es entender cómo influye la vegetación de cobertura, cada vez más promovida para proteger el suelo y reducir emisiones, en la presencia de los insectos vectores. “Estos insectos utilizan las cubiertas para alimentarse, reproducirse o refugiarse. Por eso es importante seleccionar bien qué tipo de plantas se usan como cobertura”, indica Quesada. El objetivo es encontrar un equilibrio entre sostenibilidad ambiental y control efectivo de plagas.
El grupo de la UCO ha conseguido resultados prometedores en laboratorio, empleando técnicas moleculares y bioensayos para estudiar la acción de los hongos sobre los vectores. Pero el próximo gran paso será probar esta estrategia en condiciones reales. Las primeras pruebas en campo se realizarán en 2026 en la región italiana de Puglia, uno de los lugares más afectados por la Xylella fastidiosa, donde el brote detectado en 2013 arrasó miles de hectáreas de olivar.
“Trabajar con estos insectos no es sencillo”, señala el investigador. “No se crían bien en laboratorio, así que tenemos que aprovechar las estaciones cálidas, cuando están activos, para hacer nuestras investigaciones”. El calendario natural de la plaga obliga a concentrar buena parte de la actividad experimental en primavera y verano.
Aunque en España la situación es mucho menos grave que en Italia, la amenaza sigue latente. “Aquí el impacto económico ha sido bajo, pero la bacteria ha aparecido sobre todo en almendros y, de forma muy limitada, en olivos silvestres en Mallorca”, precisa Quesada. Por eso considera fundamental mantener la vigilancia y seguir desarrollando herramientas preventivas, especialmente aquellas que no perjudiquen el equilibrio del ecosistema agrario ni la rentabilidad de las explotaciones.
El proyecto Bexyl está previsto que finalice en 2027 y reúne disciplinas tan diversas como la agronomía, la biotecnología, la ecología y la economía. En conjunto, busca soluciones viables a un problema complejo en un contexto de cambio climático y transformación del modelo productivo agrícola europeo.
La investigación liderada desde Córdoba ofrece una línea esperanzadora: que la propia biodiversidad del olivar, si se gestiona adecuadamente, pueda convertirse en el mejor escudo frente a una enfermedad para la que, de momento, no hay cura.