Un Carnaval de Cádiz distinto para todos. La pandemia ha obligado a que los aficionados tengan que vivir la fiesta gaditana por antonomasia de otra manera pero siempre con las coplas en los corazones. Un Carnaval distinto pero que ya lucha por renacer en el próximo 2022.

Y si esta fiesta cuenta con una tradición es la que cada año traen las Bodegas Manuel Aragón. Con más de dos siglos de vida, Bodegas Sanatorio, en Chiclana de la Frontera, siempre ha apostado por el Carnaval de Cádiz. El móscatel Gloria, de su maravillosa bodega, es una de las referencias que no puede faltar nunca en las calles de Cádiz.

Apoyando el Carnaval de Cádiz y con COPE en Tangos y Pasodobles, Bodegas Manuel Aragón apuesta por seguir sintiendo las coplas y la fiesta. Que no nos quiten las ganas, tal y como explican los amigos de esta tradicional bodega gaditana.

Que nada nos quite las ganas de disfrutar ��
Que suenen las coplas de #carnaval ��
Que caigan papelillos de alegría ��
Que no te falte tu moscatel #Gloria ��https://t.co/B3roNKMvGa �� pic.twitter.com/wIefCCQEhF

— Bodega Manuel Aragón (@AragonBodega) February 11, 2021

Bodegas Sanatorio

Con más de dos siglos de vida, Bodegas Sanatorio es una de las referencias en cuanto al vino que se produce en Chiclana de la Frontera desde que la fundara Pedro Aragón Morales en 1795. La tradición ha ido pasando de padres a hijos hasta consolidarse como Bodegas Manuel Aragón. Cuenta con dos instalaciones: una en el centro de la ciudad (calle del Olivo, 1) y otra en la carretera N-340. Entre sus productos, sobresale de todos ellos el moscatel Gloria, aunque también cuenta con fino, amontillado, palo cortado u oloroso.

Manuel Aragón, tradición y futuro

Bodega fundada por Pedro Aragón Morales, nacido en 1815. Continuando con la tradición familiar abre un pequeño lagar y bodega en el Callejón de Jerez, vendiendo su producción en las pequeñas tabernas de Chiclana y directamente al público en la misma bodega, a los jornaleros que pasaban por el Callejón de Jerez hacia las viñas cercanas. Su hijo, Juan Aragón Ramos, hereda el lagar y parte de la solera, la amplía sin modificar la misma estructura del negocio, que sigue con su venta local.

Tiene que pasar una generación más, Juan Aragón Saucedo, y llegar a Diego Aragón Periñán, nacido en 1896 cuando con la ayuda de sus 10 hijos le da un gran empuje a la bodega comprando una finca en la calle Olivo, próxima a donde sus antepasados empezaron, y más cantidad de viñas.

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