Además de ropa y complementos de moda, Roberto Verino tiene perfumes, carritos de bebé, gafas, azulejos y algo que quizás muchos desconocen, vinos de la comarca gallega de Monterrei, en la frontera con Portugal, “uno de los descubrimientos vitivinícolas españoles apreciado ya en época de los romanos”. Allí se encuentra Gargalo, la bodega que ha permitido a este diseñador de proyección internacional regresar una vez más a esos orígenes que lleva por bandera.