Aunque los tomates sean un imprescindible de nuestra nevera, es en verano cuando cobran especial protagonismo. En gazpacho, salmorejo o en una simple ensalada con aguacate y mozzarella, son perfectos para aligerar nuestras comidas en los días de calor. Además, aunque podamos encontrar tomates durante todo el año, los de mejor calidad, están en los meses de verano.

Además el tomate es un alimento con muy pocas calorías, ya que la mayor parte es agua, lo que le hace perfecto en las dietas de adelgazamiento. Cien gramos de tomate aportan solamente 18 kcal.

El tomate es también una potente fuente de potasio y de magnesio, además de vitaminas B1, B2, B5 y la C. Presenta también licopeno, que le da su característico color rojo y le dota de un efecto antioxidante. Protege la vista, mejora la circulación sanguínea, evita el estreñimiento y por su contenido en potasio es un buen diurético, lo que favorece la eliminación de líquidos y toxinas.

No obstante, precisamente por este contenido en potasio, puede resultar contraindicado para los enfermos con problemas de riñón.

UNA FRUTA

Lejos de lo que solemos pensar, el tomate no es un verdura, sino una fruta, circunstancia que le otorga el hecho de contar con varias semillas y de crecer de la flor de la planta.

TIPOS DE TOMATE

Tipos de tomate hay muchos. Podríamos detacar el el Raf, considerado el “pata negra” de los tomates por su apreciado sabor, los Cherry, de textura crujiente y sabor dulce, los pera, ideales para elaborar tomate en conserva, los tomates en Rama, con gran cantidad de pulpa lo que le hace perfecto para guisos o para añadir al pan.

SIN PIEL

Pese a que se la considera un buen antioxidante y una fuente de fibra, muchos expertos recomiendan consumirlo pelado. Sin piel es más agradable al paladar pero también hay que tener en cuenta en la piel de frutas y verduras puede haber restos de insecticidas que a lo mejor con un simple lavado no desaparecen.

CÓMO PELARLOS

Lo cierto es que pelar un tomate puede resultar misión complicada, incluso teniendo a mano un cuchillo bien afilado. Pero hay trucos que facilitan esta labor y que minimizan el tiempo a invertir en esta tarea. Toma nota:

En primero consiste en escaldarlos en agua hirviendo. Basta con llenar de agua un cazo y ponerlo a hervir. Hacemos una cruz en en la parte inferior de los tomates y los sumergimos de 20-30 segundos. Pasado ese tiempo los sacamos y pasamos por el grifo de agua fría. Después solo tenemos que tirar y saldrá la piel si apenas esfuerzo.

El segundo truco tiene como protagonista el microondas. Esta opción es perfecta si queremos hacer una salsa de tomate, por ejemplo. Al igual que en la opción anterior, hacemos una cruz en la parte inferior de los tomates, y los colocamos sobre un plato y con esa cruz mirando hacia arriba. Los introducimos en el microondas durante un minuto y medio aproximadamente. Al sacarlos veremos que si tiramos de las esquinas de la cruz, la piel se deslizará como por arte de magia.

Si tenemos cocina de gas (un soplete de cocina puede servir), también podemos pinchar uno a uno los tomates con un utensilio largo para no quemarnos y acercarlos al fuego. Comrpobaremos cómo la piel se va levantado poco a poco, con lo que solo tendremos que terminar de retirarla con los dedos.

TE PUEDE INTERESAR:

El ingrediente que tienes que añadir a la ensaladilla rusa para que quede más sabrosa

El truco definitivo para conseguir que el pan duro y blando vuelva a crujir

El truco para hacer madurar un aguacate en pocos minutos