En tiempos de convulsión política, cuando parece que la sociedad está cada vez más polarizada, llegan los niños de San Ildefonso y sin pretenderlo, humanizan a los políticos y nos recuerdan que tenemos más cosas en común de lo que se escenifica en el Parlamento. La Lotería de Navidad, igual que sucede con la carta a los Reyes Magos, es una de esas costumbres que no entiende de ideologías.

La mayoría de las formaciones juega al Gordo, tal y como ocurre en las empresas en las que los trabajadores comparten un mismo número. Es el caso de Génova, donde los empleados del PP apuestan por el 65.330.

Este año su presidente también va a jugar al 21.718, como informan a Cope fuentes del partido. La elección no es casual, sino que Pablo Casado ha optado por un número fetiche: el de la fecha del Congreso que este mes de julio le dio las riendas de Génova. Fue una tarde de sábado cuando el entonces secretario de Comunicación era elegido presidente del PP en sustitución de Mariano Rajoy, descabalgando del proceso de primarias a la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.

En el PSOE también se juega a la lotería, aunque a un número distinto que el PP. Los trabajadores de Ferraz apuestan por el 78.074. Aunque en el caso de los socialistas, el Gordo de Navidad puede acabar en discordia en lugar de colmarlos de fortuna. Así sucedió en 2016 cuando resultaron agraciados unos décimos que no habían sido compartidos con todos los trabajadores.

Desde Ciudadanos dicen que como formación no juegan a un número determinado, pero sí hay agrupaciones territoriales y algunos responsables que comparten cifra. Es el caso de los miembros del equipo de prensa, que juegan al mismo número que la Asociación de Periodistas Parlamentarios, el 25.763.

La excepción la pone Podemos, que de los cuatro grandes partidos, es el único que no juega a ningún número de la Lotería de Navidad.