Morante, en estado de gracia, corta un rabo y desata el delirio en Jerez de la Frontera

El arte sin fecha de caducidad volvió a manifestarse en Jerez de la Frontera con un Morante de la Puebla sublime, que cinceló una faena de época para cortar los máximos trofeos y rendir a la plaza con la magia irrepetible de su muleta. Su inspiración se encontró con ‘Negro’, un toro de Álvaro Núñez que embistió con clase y ritmo y que mereció la vuelta al ruedo. El sevillano le extrajo todo lo que tuvo y más, en una faena que encadenó la elegancia con la profundidad, coronada con un estoconazo de los que cierran un capítulo glorioso del toreo. 

Ya desde su primero se intuía la conexión de Morante con la tarde. Toreó con aroma clásico y suavidad, cuidando al animal por su justeza de fuerzas y ligando con temple por el pitón izquierdo. Una oreja que abrió el camino de su consagración con el cuarto, en una tarde para enmarcar.

Sebastián Castella firmó una actuación de alta nota, que combinó técnica y entrega. A su primero le cortó una oreja tras una faena muy seria por el derecho, en la que fue volteado y sufrió una brecha en la ceja, sin que eso le impidiera seguir firme. Con el quinto volvió a apostar fuerte, sacando lo mejor de un toro que rompió a embestir con claridad. El francés se mostró firme, vertical y rotundo, y cobró otra oreja tras una gran estocada.

José María Manzanares, por su parte, se mostró solvente y profesional. Su mejor momento llegó con el tercero, al que le cortó una oreja tras una faena medida sobre la mano derecha, en la que brilló el temple. Con el último, más reservón, supo dejar pasajes con empaque antes de saludar una ovación.